miércoles, 20 de septiembre de 2017

tALLER LITERATURA HAMLET Nº 12

INST. EDUCATIVA  MENORAH  “HAMLET” DE WILLIAM SHAKESPEARE


Hamlet es una obra trágica que toca el tema de la venganza del personaje principal, príncipe de Dinamarca,  y quien busca llegar a la verdad sobre la muerte de su padre. Esta situación fue difícil para Hamlet, principalmente cuando luego de  morir su padre su madre Gertrudis, se compromete repentinamente con Claudio, el hermano mayor del fallecido rey Hamlet. La situación empeora cuando a Hamlet se le aparece una sombra que se identifica como su padre y quien le cuenta que no murió por la mordedura de una serpiente sino que fue asesinado por Claudio quien ambicionaba su trono y por Gertrudis su esposa, y le pide vengarse de sus asesinos. Y entonces Hamlet emprendió su venganza, queriendo pasarse por un demente para lograr su objetivo de culpar a su tío y a su madre por el asesinato de su padre, pero esto no fue tan fácil como Hamlet lo tenía en sus planes, pues Claudio se dio cuenta de sus intenciones y crea una situación de conflicto entre Laertes quien también tiene sed de venganza pues su padre fue asesinado por Hamlet en un momento de locura. Así mismo se da otra tragedia con la hermana de Laertes quien se suicida al conocer esta noticia y pensar que Hamlet no la ama. De lo anterior se desencadenan otros sucesos como una pelea de espadas entre Laertes y Hamlet la cual fue preparada por Claudio con la complicidad de Laertes con la intención de hacerle una trampa a Hamlet y asesinarlo. Para esto se envenenó una copa que el rey le ofrecería a Hamlet para que bebiera de ella y muriera envenenado. Pero todo esto culminó en una gran tragedia de la cual nadie salió vivo pues Laertes le puso a la punta de la espada un veneno e hirió a Hamlet con la espada envenenada, pero en un momento de confusión Hamlet toma la espada envenenada y hiere a Laertes.  La Reyna toma de la copa envenenada y muere. Al ver todo lo que estaba sucediendo Laertes se arrepiente de lo ocurrido y le confiesa a Hamlet todo el plan de Claudio, al igual que Hamlet le explica la razón de su venganza. Al final con la misma espada y la copa envenenada Hamlet mata al rey y pone fin a su venganza, la cual le costó también su propia muerte, al igual que a Laertes.

para complementar el tema puedes leer  el texto y/o ver video referente al tema 

CUESTIONARIO DE RELEXIÓN
1) ¿Quién fue William Shakespeare y qué importancia tiene en la literatura universal?
2) Cuál es el carácter de Hamlet y por qué  lo lleva a la tragedia. Argumenta.
3)   Por qué se puede sostener que Hamlet finge su locura. Explica
4)  Por qué se puede afirmar que Hamlet no ama a Ofelia. Explica
5)  Aplica la definición de tragedia a “Hamlet”.
6)  Destaca los rasgos salientes de la personalidad del antagonista.
7) Explica la evolución del teatro isabelino, desde las posadas hasta los  edificios  exclusivos para teatros.
8) Explica qué técnica seguía Shakespeare para mantener el interés  del público. Busca ejemplos.
9)  ¿Qué significa en el contexto de la obra “Ser o no ser: ésa es la cuestión”? ¿Por qué crees que esa cita es tan conocida universalmente?
10.  Explica en qué consisten los recursos del monólogo. Da dos ejemplos de la obra.

lunes, 18 de septiembre de 2017

MONOLOGO HAMLET ESPAÑOL INGLÉS

Shakespeare, William: El soliloquio de Hamlet (Monologue of Hamlet in Spanish)




Monologue of Hamlet (English)

To be, or not to be: that is the question:
Whether ’tis nobler in the mind to suffer
The slings and arrows of outrageous fortune, 
Or to take arms against a sea of troubles,
And by opposing end them? To die: to sleep; 
No more; and, by a sleep to say we end
The heart-ache and the thousand natural shocks 
That flesh is heir to, ’tis a consummation
Devoutly to be wish’d. To die, to sleep;
To sleep: perchance to dream: ay, there’s the rub; 
For in that sleep of death what dreams may come 
When we have shuffled off this mortal coil,
Must give us pause. There’s the respect
That makes calamity of so long life;
For who would bear the whips and scorns of time, 
The oppressor’s wrong, the proud man’s contumely, 
The pangs of dispriz’d love, the law’s delay,
The insolence of office, and the spurns
That patient merit of the unworthy takes,
When he himself might his quietus make
With a bare bodkin? who would fardels bear, 
To grunt and sweat under a weary life,
But that the dread of something after death, 
The undiscover’d country from whose bourn
No traveller returns, puzzles the will,
And makes us rather bear those ills we have
Than fly to others that we know not of?
Thus conscience does make cowards of us all; 
And thus the native hue of resolution
Is sicklied o’er with the pale cast of thought,
And enterprises of great pith and moment
With this regard their currents turn awry,
And lose the name of action. Soft you now!
The fair Ophelia! Nymph, in thy orisons
Be all my sins remember’d.

El soliloquio de Hamlet (Spanish)

¡Ser, o no ser, es la cuestión! -¿Qué debe 
más dignamente optar el alma noble 
entre sufrir de la fortuna impía 
el porfiador rigor, o rebelarse 
contra un mar de desdichas, y afrontándolo 
desaparecer con ellas? 
Morir, dormir, no despertar más nunca, 
poder decir todo acabó; en un sueño 
sepultar para siempre los dolores 
del corazón, los mil y mil quebrantos 
que heredó nuestra carne, ¡quién no ansiara 
concluir así! 
¡Morir... quedar dormidos... 
Dormir... tal vez soñar! -¡Ay! allí hay algo 
que detiene al mejor. Cuando del mundo 
no percibamos ni un rumor, ¡qué sueños 
vendrán en ese sueño de la muerte! 
Eso es, eso es lo que hace el infortunio 
planta de larga vida. ¿Quién querría 
sufrir del tiempo el implacable azote, 
del fuerte la injusticia, del soberbio 
el áspero desdén, las amarguras 
del amor despreciado, las demoras 
de la ley, del empleado la insolencia, 
la hostilidad que los mezquinos juran 
al mérito pacífico, pudiendo 
de tanto mal librarse él mismo, alzando 
una punta de acero? ¿quién querría 
seguir cargando en la cansada vida 
su fardo abrumador?... 
Pero hay espanto 
¡allá del otro lado de la tumba! 
La muerte, aquel país que todavía 
está por descubrirse, 
país de cuya lóbrega frontera 
ningún viajero regresó, perturba 
la voluntad, y a todos nos decide 
a soportar los males que sabemos 
más bien que ir a buscar lo que ignoramos. 
Así, ¡oh conciencia!, de nosotros todos 
haces unos cobardes, y la ardiente 
resolución original decae 
al pálido mirar del pensamiento. 
Así también enérgicas empresas, 
de trascendencia inmensa, a esa mirada 
torcieron rumbo, y sin acción murieron.

 


LEE EL MONÓLOGO DE HAMLET Y ANALIZA LOS RAZONAMIENTOS DEL MISMO.

jueves, 7 de septiembre de 2017

TALLER LA VIOLACIÓN DE LUCRECIA Nº 13


COLEGIO DISTRITAL MENORAH  
FRAGMENTO LA VIOLACIÓN DE LUCRECIA 
WILLIAM SHAKESPEARE 






Lucio Tarquino, por su excesivo orgullo llamado el Soberbio, tras haber sido causa de que su propio suegro, Servio Tulio, acabara cruelmente asesinado, y de haberse él mismo apoderado del trono sin requerir ni aguardar los sufragios populares, procedimiento contrario a las leyes y costumbres romanas, en compañía de sus hijos y de otros nobles de Roma, marchó a poner sitio a Árdea.

Una tarde, durante el asedio, reunidos los principales jefes del ejército en la tienda de Sexto Tarquino, hijo del rey, comenzaron, en sus charlas de sobremesa, a ponderar las virtudes de sus propias mujeres, circunstancia que dio lugar a que Colatino proclamara la incomparable castidad de su esposa Lucrecia. En este alegre humor partieron todos para Roma; y deseando comprobar, por su secreta y repentina llegada, la verdad de lo que antes habían sostenido, solo Colatino encontró a su mujer –no obstante hallarse avanzada la noche– hilando con sus doncellas.

Las otras damas fueron sorprendidas bailando y jaraneando, o en diferentes diversiones, por lo cual los nobles cedieron a Colatino la victoria y a su mujer la palma. En esta ocasión quedó Sexto Tarquino prendado de la hermosura de Lucrecia; pero, refrenando por el momento sus pasiones, volvió con los demás al campo. En seguida los abandonó en secreto, y fue recibido y albergado regiamente, como convenía a su estirpe, por Lucrecia, en Colatio. La misma noche se introdujo traidoramente en su alcoba, la poseyó por la violencia, y emprendió la fuga de madrugada. Lucrecia, en este lamentable estado, despachó inmediatamente mensajeros: uno, a Roma, a casa de su padre, y el otro, al campo de Colatino.

Llegaron estos, acompañado el primero por Junio Bruto y el segundo por Publio Valerio, y hallando a Lucrecia vestida de luto, le preguntaron cuál era la causa de su pesar. Ella, arrancándoles primero juramento de venganza, reveló al culpable, con todos los pormenores de su crimen, y acto seguido se dio de puñaladas. Visto lo cual, todos, de común acuerdo, prometieron exterminar de raíz la odiosa familia de los Tarquinos, y transportaron el cadáver a Roma.

Bruto informó al pueblo de las circunstancias de esta vil acción y del nombre del que la había cometido, con una amarga invectiva contra la tiranía del rey. Con lo cual el pueblo se conmovió de manera que, por consentimiento unánime y aclamación general, desterró a todos los Tarquinos, y la gobernación del Estado pasó de los reyes a los cónsules.


Conducido por las pérfidas alas de un deseo infame, el impúdico Tarquino abandona el ejército romano, y a toda prisa huye de Árdea, la villa sitiada, a llevar a Colatio el fuego sin claridad que, oculto bajo pálidas cenizas, acecha el momento de lanzarse y rodear con su cintura de llamas el talle del dulce amor de Colatino, la casta Lucrecia.

Quizá este nombre de casta fue lo que, desgraciadamente, agudizó el filo no embotado de su irresistible deseo, cuando Colatino, sin poder reprimirse, celebró con imprudencia la mezcla incomparable de rosa y blanco que resplandecía en aquel firmamento de su felicidad, donde luceros mortales, tan luminosos como las magnificencias del cielo, le reservaban a él solo, en sus puros aspectos, peculiares encantos.

Quizá el elogio de la soberana gracia de Lucrecia fue lo que sugestionó a este arrogante vástago de un rey, pues por nuestros oídos son tentados con frecuencia nuestros corazones. Quizá fue la envidia de una prenda tan valiosa, que desafiaba toda ponderación, el aguijón que picó sus altivos pensamientos y le hizo indignarse ante el hecho de que los inferiores alabaran el lote dorado de que sus superiores carecían.

Mas, sea lo que fuere, algún temerario pensamiento prestó alas a su más temeraria prisa. Olvidándolo todo, su honor, sus asuntos, sus amistades y su linaje, se aleja rápidamente con el firme propósito de extinguir el ascua que arde en su hígado. ¡Oh vivo ardor falso contenido bajo el helado arrepentimiento, tu anticipada cosecha muere en tizón y no madura jamás!

Y ahora el voluptuoso príncipe salta de su lecho, échase bruscamente el manto sobre el brazo y se agita febril entre el deseo y el temor. El uno le halaga dulcemente; el otro hace que le amedrente el mal; pero el honesto temor, embrujado por los encantos impuros de la lujuria, no le invita con demasiada frecuencia a que se retire.

Porque, con la ropa blanca de noche que la cubre, procura hacer refluir dentro de su boca sus piadosos lamentos, refrescando su ardiente rostro en las más castas lágrimas que fueron vertidas de púdicos ojos bajo el imperio del dolor. ¡Oh! ¡Que la lujuria apostada deshonre un lecho tan puro! Si el llanto pudiera purificar la mancilla, Lucrecia dejaría eternamente correr sus lágrimas.

Pero ella ha perdido una cosa más cara que la vida, y él ha ganado lo que quisiera perder ahora. ¡Esta forzada alianza fuerza a una nueva lucha! Esta momentánea alegría engendra meses de dolor; este ardiente deseo se convierte en frío desdén. La pura castidad ha sido despojada de su tesoro, y la lujuria, que lo ha robado, queda más pobre que antes.


»Si Colatino hubiera dado muerte a mi hijo o a mi padre; o hubiera dispuesto emboscadas para quitarme la vida; o si no fuera mi caro amigo, el deseo de ultrajar a su esposa podría hallar excusa en la venganza o la represalia por tales ofensas. Pero como es mi pariente, mi íntimo, la vergüenza y la falta no tienen disculpa ni fin.

»Es vergonzoso, sí, si llega a saberse, Es abominable… Pero no hay odio en el amar…; imploraré su amor; pero no, ella no se pertenece…; lo peor en todo caso sería una negativa, reproches… ¡Mi voluntad es firme; la razón es débil para apartarla! ¡El que teme a una máxima o al refrán de un anciano se dejará intimidar por una figura de tapiz!»



»¡Oh baldón de la caballería y de las brillantes armas! ¡Oh innoble deshonor para la tumba de mi familia! ¡Oh acto impío que encierra todos los desastres odiosos! ¡Oh guerrero, esclavo de una tierna pasión voluptuosa! El verdadero valor debiera estar siempre unido al verdadero respeto. Mi transgresión es tan vil, tan baja, que vivirá grabada en mi frente!


»¡Oh oculta vergüenza! ¡Desgracia invisible! ¡Oh llaga que no se siente! ¡Herida intima, ultraje del crestón de la celada! La vergüenza queda inscrita en la frente de Colatino, y los ojos de Tarquino podrán leer de lejos la inscripción que cuente cómo fue herido en la paz y no en la guerra. ¡Ay! ¡Cuántos existen que llevan sin advertirlo estos golpes afrentosos, que únicamente conocen los que los han dado!

»No obstante, soy culpable del naufragio de tu honor. Y, sin embargo, en honor tuyo recibí a Tarquino; viniendo de tu parte, no podía despedirle, pues hubiera sido un deshonor tratarle con desdén. Además, quejábase de cansancio y hablaba de virtud. ¡Oh! ¡Maldad imprevista, cuando la virtud es profanada por un demonio semejante!

»Eres reo de asesinato y robo; reo de soborno y perjurio; reo de traición, falsedad e impostura; reo de esa abominación llamada incesto. Y cómplice, por inclinación natural, de todos los crímenes pasados y de todos los venideros, desde la Creación hasta el Juicio final

»¡Tú, lacayo inmortal de la Eternidad, detén en su fuga a Tarquino con cualquier percance; inventa por encima de lo posible cuanto pueda concebirse de extraordinario para hacerle maldecir esta noche maldita y criminal! ¡Que espectros terribles espanten sus ojos impúdicos, y que el cruel pensamiento de su perversa acción transforme cada zarza en un diablo horriblemente deforme!

»¡Oh Tiempo, tú que eres igualmente el tutor de los buenos y de los malos, enséñame a maldecir al que enseñaste este crimen! ¡Que el ladrón se vuelva loco ante su misma sombra y busque a cada instante el suicidio! ¡Manos tan miserables debieran verter solas sangre tan miserable! Porque ¿quién es tan vil que desee el oficio de abyecto verdugo de tan vil esclavo?

«En vano Lucrecia  –exclama– vivo y en vano busco un medio feliz de terminar una vida desgraciada. Sentí miedo de que me asesinase la falce de Tarquino, y, sin embargo, busco un puñal que me haga oficio semejante; pero cuando tenía miedo era una esposa fiel; lo soy aún... ¡Oh! ¡No, no lo soy! ¡Tarquino me ha despojado de este noble carácter

»Legaré mi honor al cuchillo que hiera mi cuerpo deshonrado. Es acto de honor poner fin a una vida deshonrada, pues cuando la vida concluya subsistirá la honra. Así saldrá mi fama de las cenizas de mi vergüenza. Porque con mi muerte mataré el menosprecio de la vergüenza, y muerta así mi vergüenza, renacerá mi honra.

»He aquí el breve resumen que hago de mi última voluntad: lego mi alma y mi cuerpo a los cielos y a la tierra. En cuanto a mi resolución, tómala por tu parte, esposo mío. Lego mi honor al cuchillo que abra mi herida, mi vergüenza al que encenagó mi fama, y todo lo que viva de mi gloria quede repartido entre aquellos que vivan y no piensen mal de mí.

Cuando se hubieron juramentado para esta sentencia deliberada, tomaron la resolución de sacar de allí a la difunta Lucrecia, mostrar en Roma su cuerpo ensangrentado y hacer público así el infame atentado de Tarquino. Todo lo cual realizóse con diligencia rápida, y los romanos dieron con aclamación su consentimiento a la expatriación perpetua de los Tarquinos.

REFLEXIONES

LEE Y DESARROLLA EL CUESTIONARIO EN TU CUADERNO CON PREGUNTA RESPUESTA

1 .Cuál es el  tema central del texto? Explica
2. Consideras que el poema aborda el abuso de poder? Explica.
3. Crees que el poema lograr una representación estética de los grandes dramas de la historia humana? Argumenta.
4. Consideras que en el poema se refleja la decadencia moral de la monarquía de la época?
5. La violación en  este relato se convierte en un acto político?  Explica
6. Cómo actúa el pueblo frente a esta situación y por qué?
7. Explica los temas de venganza, muerte y fidelidad que aparecen en el texto.
8. Por que crees que el tema de la violación hacia la mujer permanece en la impunidad?
9. Consulta un escritor o pintor que haya planteado desde el punto de vista estético la violencia contra la mujer. (Dante, Maquiavelo, Sor Juana Inés de la Cruz, Durero, Rembrandt, Tiziano, Rafael, Botticelli, entre otros.
10. Consideras que los femicidios de hoy tienen un origen tan antiguo como la historia humana escrita?            

lunes, 10 de julio de 2017

TALLER Nº 10 RENACIMIENTO

C O L E G I O  D I S T R I T A L MENORAH 
TALLER LITERARIO RENACIMIENTO



Fora, the goddess of flowers and the season of spring. Primavera (detail) by Sandro Botticelli, 1478. Galleria degli Uffizi, Florence, Italy.
MUJER RENACENTISTA 

1.     Consulta temas del renacimiento,. selecciona  el tema que más te llamen la atención y preséntalo de manera didáctica a tus compañeras de curs.  Trabajo  en  grupo conformado por  tres o cuatro estudianters
2.     Origen , Concepto y características del período Renacentista  ( puedes consultar en videos y/o libros)
3.       Pintores representativos del renacimiento en Italia u otros países europeos.
4.       Avances y / o descubrimientos de la etapa del  Renacimiento
5.       Consulta vida y obra de los literatos renacentistas _ Dante, Boccaccio y Petrarca_.
6.       Indaga a cerca de   dos artistas representativos de la época Renacentista _Boticelli,  Miguel  Angel, Rafael y Da vinc y coméntalo en clase.
7.       Selecciona  una pintura de esta época, imprime y coméntala por escrito.
8.        Consulta arquitectura del período Renacentista.
9.        Visión de la mujer Renacentista- mujeres que se destacaron en este período
10.    Indaga sobre la  escultura del período renacentista.
11.    Investiga a cerca de la religión del periodo renacentista.

Buscad leyendo y hallaréis meditando. San Juan De La Cruz

martes, 6 de junio de 2017

T.lIT.Nº 9 LA CELESTINA

COLEGIO DISTRITAL MENORAH  COMPRENSIÓN LECTORA  LA CELESTINA


LEE EL TEXTO COMPLETO,  FRAGMENTO, PELÍCULA Y/O  VIDEO DE LA OBRA LA CELESTINA Y RESUELVE EL TALLER CORRESPONDIENTE.


CALISTO: En esto veo, Melibea, la grandeza de Dios

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El teatro El origen del teatro en España gira en torno a dos fiestas religiosas: Navidad y Pascua de Resurrección. Al final de las ceremonias religiosas solían representarse junto al altar algunas escenas de la vida de Jesús. Poco a poco van introduciéndose en estas escenas elementos profanos ajenos a la religión, convirtiéndose en verdaderas representaciones teatrales, pasando a ser representadas en los atrios de las iglesias. Finalmente los elementos profanos superan a los religiosos y el teatro se convierte en un espectáculo para el pueblo, representándose ya en las plazas públicas.
La obra Se llama también Tragicomedia de Calisto y Melibea y es una obra dialogada en prosa que no se puede representar en el teatro debido a su gran extensión y a su estructura.
El autor:. Se da como seguro que fue Fernando de Rojas, que nació en Puebla de Montalbán (Toledo), probablemente en 1476. Estudió leyes en la Universidad de Salamanca y llegó a  ser Alcalde Mayor de Talavera (Toledo), donde murió en el año 1541.

La Celestina (1499/1502), de Fernando de Rojas, es una de las obras más leídas y comentadas de la literatura española. Calisto, un joven de noble linaje se enamora a primera vista de Melibea, la única heredera de una familia, cuando entra al huerto de su casa buscando su halcón. Pero cuando Calisto comienza a expresarle sus sentimientos con lisonjas que incluyen: "Por cierto, los gloriosos santos que se deleitan en la visión divina no gozan más que yo agora en el acatamiento tuyo", ella lo rechaza.
Su criado Sempronio le sugiere que recurra a una vieja prostituta y alcahueta profesional llamada Celestina. Ésta se hace pasar por vendedora de artículos diversos para entrar en las casas y organizar citas de amantes. También regenta un burdel con dos prostitutas, Areúsa y Elicia.
Pármeno, otro criado de Calisto, cuya madre conocía a Celestina, trata de disuadirlo:
". . . tenía para remediar amores y para se querer bien: tenía huessos de coraçón de ciervo, lengua de bívora, cabeças de cordonizes . . . Venían a ella muchos hombre y mujeres, y a unos demadava el pan do mordían, a otros, de su ropa; a otros, de su sus cabellos . . . a otros dava unos coraçones de cera, llenos de agujas quebradas, y a otras cosas en barro y en plomo fechas, muy espantables a ver. Pintava figuras, dezía palabras en tierra. ¿Quién te podrá dezir lo que esta vieja hazía? Y todo era burla y mentira".
A pesar de las razones de Pármeno, Calisto no le hace caso e insiste en su deseo de poseer a Melibea. Celestina conjura al diablo para hechizar a Melibea y hacer que se enamore de Calisto.
Luego va a su casa con el pretexto de venderle hilado. Melibea le paga el hilado con su cordón y ésta lo usa para completar el hechizo.
Celestina también logra corromper a Pármeno y le envía una de sus prostitutas, Areúsa, a seducirlo para que se ponga de su parte. Mientras tanto la otra, Elicia, es amante de Sempronio. Una vez que Melibea se enamore de Calisto, éste le da a Celestina una cadena de oro. Sempronio y Pármeno querían beneficiarse de la pasión de su amo también, por lo que le reclaman a Celestina su parte del pago, pero ella se niega a compartir. Los criados se vengan de Celestina, matándola pero al tratar de huirse de la justicia, se saltan por la ventana y se mueren.
Las dos prostitutas, que se han quedado sin Celestina y sin sus amantes, deciden vengarse de Calisto y de Melibea. Envían al rufián Centurio a que arme un alboroto en la calle durante una cita romántica entre Calisto y Melibea. Calisto baja la escalera apresuradamente para ver qué pasa y asegurarse de que sus criados no estén en peligro, pero se cae y se muere. Al ver esto, Melibea confiesa a su padre sus amores con Calisto y sus tratos con Celestina, y enseguida se quita la vida, lanzándose de una torre de su casa. La obra termina con la lamentación de Pleberio, padre de Melibea.



TALLER OBRA LA CELESTINA

Responde en tu cuaderno con pregunta respuesta.

1 ¿Quién es Fernando de Rojas? Busca sus datos biográficos más importantes.
2 ¿En qué época se escribió la obra? ¿Qué sabes de esa época? Argumenta 
3 Se dice de Rojas que fue un converso. Busca información, en alguna enciclopedia, libro de texto o en Internet sobre este grupo social y explica
4 ¿Cuál es la función de la  celestina en la obra? ¿Y una alcahueta? Explica 
5 ¿Qué es el amor cortés? ¿Cuáles son sus características?. Calisto  es el prototipo del enamorado cortés?
6. Reflexiona sobre estas palabras de Celestina del acto III: «Sobre todo estos amantes primerizos que vuelan sin reflexión hacia cualquier cosa que los atrae, sin pensar en el daño que la fuerza de su pasión provoca en ellos y en sus sirvientes». ¿Crees que Rojas quiso desde el principio de su obra anticipar a los lectores que estos amores iban a terminar trágicamente?
7.¿Por qué realiza Celestina el conjuro? ¿Crees que estos actos de hechicería pueden modificar la voluntad de las personas.
8..¿Por qué piensa Sempronio que su amo “está loco” y que es un “hereje”?
9..¿Qué piensa Sempronio de la mujer?
10. Describe el proceso psicológico por el cual Celestina mina la voluntad de Melibea.
11 ¿Cuáles son los  oficios de Celestina?
12. Dónde se aprecia la divinización de la dama, de acuerdo con la tradición del amor cortés?
13.¿Cómo expresa Sempronio su misoginia?
14.¿Cómo describe Calisto a Melibea?
15.¿Qué idea del amor se transmite en la obra?
16.¿Cómo es el personaje de Celestina, y qué antivalores de la sociedad de su época representa?
17. ¡Qué impedimento no permite que la relación   amorosa entre Calisto y Melibea no puede consolidarse? Explica
18. Explica  cuál es el papel de la mujer en la Edad media, atendiendo al argumento de la obra. Explica
19. Cuáles son los temas centrales de la obra?
20. Teniendo en cuenta el título y contenido de la obra, se puede considerar que tiene un sentido moralizante? Argumenta.
21. Qué valores encuentras en la obra? Explica.
22. Se puede considerar esta obra humanista? Explica. 
23. Relaciona el tema de la obra con situaciones de la vida actual.
24 Cuál es tú conclusión acerca de la lectura? Explica.

 ....LA LECTURA AMPLIA EL MUNDO DEL CONOCIMIENTO ..... FELICIDADES 

Sohelego 2018 

lunes, 15 de mayo de 2017

TALLER LITERARIO Nº 6 EDAD MEDIA

Hombre de la edad media:


COLEGIO DISTRITAL  MENORAH  
EDAD MEDIA TALLER LITERARIO


Consulta temas de La Edad Media y elabora un collage, plegable y/o  diseño para presentación de trabajos creativos. Escoge los temas que más te llamen la atención.

1.    Concepto de la Edad Media y características

2.    Vida social y política de  la Edad Media.

3.    Arquitectura medieval (arco, contrafuerte, románico, gótico, bóveda, iglesias, catedrales, murallas, conventos, claustros, etc.)
.
4.    Literatura medieval (pergamino, vitelo, códices, cálamos, manuscritos, vida monástica, Cantar del Mio Cid, la Celestina, trovadores y juglares)
.
5.    Pintura medieval (fresco, óleo, románico y gótico, perspectiva, religiosa, etc.). Imprime una pintura de esta época.

6.    Música medieval (corte, cánones, música vocal, religiosa, profana, instrumentos musicales, trovadores y juglares).

7.    Influencia del poder de la Iglesia durante este periodo

8.    Inventos importantes durante este periodo.

9. 9. El desempeño de la mujer durante este periodo.

110.   Tema de la inquisición. Ilustra y explica.




lunes, 24 de abril de 2017

TALLER ROMA ANTIGUA Nº 5

R O M A    A N T I G U A 

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Consulta temas sobre Roma Antigua
1.  Elabora un collage que contenga temas de Roma antigua como: ubicación, arquitectura, literatura, entre otros. 
2.   ¿En qué año y cómo se fundó Roma?
3.    Explica la leyenda de la fundación de Roma: Rómulo y Remo.
4.     En     qué año apareció la República y qué significa?
5.    ¿Cómo se llamaba la asamblea del pueblo y dónde se reunía  ..
6.    Cita seis emperadores romanos.
7.  ¿En qué año y quién fue el primer rey bárbaro en el Imperio Romano?
8.   ¿Cómo se estructuraba urbanísticamente una ciudad romana?
9.   Cita 8 grandes construcciones romanas.
10.   Explica en qué era un Anfiteatro y para qué se utilizaba?
11.   Consulta un video sobre “La Eneida” de Virgilio y has un breve resumen del mismo.
12.  Consulta sobre la oratoria romana.




sábado, 15 de abril de 2017

TALLER LITERARIO Nº 4 EDIPO REY


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COLEGIO DISTRITAL LA MERCED ESPAÑOL Y LITERATURA UNDÉCIMOS
EDIPO REY DE SÓFOCLES

En una época Layo y Yocasta gobernaban la ciudad de Cadmo, era un reino muy fructífero en todos los aspectos, sin embargo, un día por obra de los enviados del dios Apolo, llegó a oídos de los reyes una profecía la cual se cumpliría en algún tiempo. 

Tal predicción consistía en que el hijo de Layo se habría de convertir en su asesino y en el esposo de su madre a la cual también le tendría que engendrar hijos. Después de un tiempo, los reyes de los Cadmeos, tuvieron un hijo al cual Layo mandó a matar con uno de sus siervos porque tenía miedo de que su primogénito le diera muerte; a los tres días de nacido, el niño tenía perforados los pies por un garfio de hierro e iba a ser arrojado desde la montaña Citerón, pero el siervo que tenía un noble corazón, no cumplió las órdenes de su rey y llevó al niño a otro reino cerca de Cadmo. 

En Corintio, el siervo regaló al bebé a un empleado de los reyes de dicho lugar, el cual condujo al niño hasta el palacio real donde Pólibo y Merope (los reyes) adoptaron a aquél inocente. 
Después de unos años, el bebé creció con el nombre de Edipo, nombre atribuido por las heridas de sus pies; un día Edipo se encontraba en una fiesta en la cual una persona ebria le dijo que los reyes de Corintio no eran sus verdaderos padres, así mismo le hizo saber acerca de la profecía que estaba marcada en su destino la cual decía que en un tiempo Edipo habría de matar a su padre y casarse con su madre. Lleno de incertidumbre, el soberano consultó con sus padres el comentario del borracho, pero sus padres negaron rotundamente aquel chisme. 

Como Edipo había comprobado que sus verdaderos padres eran Pólibo y Mérope, salió del reino para no cometer ninguna de las atrocidades que estaban establecidas, y un día vagando por el cruce o intercepción de tres caminos, se encontró con una caravana de hombres que custodiaban un carruaje, pero como el conductor lo empujó, Edipo lo atacó y finalmente mató a todas las personas que iban ahí menos a un siervo que logró escapar. 
Luego, Edipo llegó a Cadmo y salvó al pueblo del tributo que le daban a la esfinge y así la población lo coronó rey y se casó con Yocasta, juntos gobernaron el reino y tuvieron cuatro hijos, dos varones y dos mujeres. Cierto día en la ciudad de Cadmo, la población de ese lugar encabezada por los ancianos, pide ayuda a su rey para que acabe o busque un remedio contra las enfermedades que están azotando a todas las personas y que están matando a niños, mujeres, adultos y ancianos. Edipo decide ayudarlos porque no le queda otro remedio ya que él es una persona muy importante para Cadmo.
 
Entonces el rey manda a su cuñado llamado Creonte a visitar al dios Apolo para que éste le diera un consejo y así acabar con la peste de la cual sufría su patria, al regresar a Cadmo, todavía encontró a los ancianos en reunión con el rey, por eso dijo las instrucciones del dios frente a todos ellos. Apolo había dicho que se acabarían los padecimientos si se resolvía un crimen que fue cometido hace mucho tiempo y que por obra de la esfinge ya no es asunto para recordar por ninguno de los ahí presentes; se tenía que aclarar el asesinato del rey anterior a Edipo llamado Layo. 
Después de oír éstas palabras, el rey Edipo hizo, muchas sanciones al que fuera el culpable y mandó a toda la población en busca de aquel asesino que mató al anterior rey. Una acusación era el exilio, otra que nadie le abriera las puertas de su casa y, otra más era que nadie le podía hablar ni admitirlo en sus plegarias o sacrificios porque era todo un criminal y debía ser castigado. Todo lo que se sabía y lo se decía del asesinato de layo era que lo habían matado unos bandidos.

Por otra parte, una vez que hubo terminado la reunión de Edipo y el pueblo de Cadmo, se apareció ante el rey un adivino llamado Tiresias el cual dijo al gran gobernante que moderara sus palabras y acusaciones ante el asesino que aún no conocía ya que de lo contrario le podían pasar cosas muy malas; sin embargo, Edipo no hizo a éstas palabras del adivino que provocaron su enojo y cólera, caso así que lleno de coraje el soberano insultó a Tiresias y lo echó de su palacio. 
El pobre ciego (adivino), también se enojó e insinuó al gran rey la culpabilidad de tal asesinato, pero Edipo no se dejó y lo acusó de complicidad con Creonte para quitarle la corona y quedar su cuñado como único y legítimo rey, después de éstas últimas palabras, Tiresias se fue.
 
Edipo se quedó pensando en lo que le había dicho el adivino, así que habló con Creonte, su cuñado para aclarar el mal entendido, pero todas las explicaciones por parte de su cuñado fueron en vano, ninguna hacía cambiar de parecer en Edipo la idea de fraude y complicidad por parte de Creonte y el adivino. 

Después, el magnánimo rey de Cadmo, habló con su esposa Yocasta, la cual le dijo que no se afligiera con todo lo que le habían dicho ya que era seguro que nada de lo mencionado por el adivino podía ser verdad, y así en el gobernante cesó por un rato su duda. 
Luego de un tiempo de hablar con su mujer, ésta le indicó que hace mucho tiempo ella estuvo casada con Layo, el rey que yacía muerto, y que de él tuvo un hijo. Una terrible noticia había llegado a sus oídos por parte del oráculo de Apolo, tal profecía decía que el hijo de Layo habría de matar a su padre, casarse con su madre y engendrarle hijos, es decir, que el hijo de Layo habría de ser su asesino, esposo de su esposa y padre de sus hermanos. 
También a Layo en ese tiempo le había llegado tal noticia, por lo que él optó por atar al niño de los pies, y llevarlo hacia las afueras de Cadmo para matarlo. Yocasta del mismo modo le dijo a Edipo que el rey Layo en el momento de su muerte iba acompañado de unos siervos, y de los cuales sólo sobrevivía uno que había sido mandado lejos por temor a Edipo, porque en el momento que vio a Edipo, sus ojos se llenaron de miedo y desesperación por lo que pidió un cambio de lugar de trabajo, lejos del rey. 

Posterior a esto, Edipo hizo llamar a aquel siervo para aclarar sus dudas, pues ya sospechaba ser el asesino de Layo. Enseguida, llegó un mensajero a palacio, el cual daría noticia al gobernante Edipo; el enviado decía que el rey había heredado la fortuna de su padre Pólibo que estaba muerto y que por tal motivo debía ir a su lugar de origen para reclamar la corona y el reino de Corintio.
 
Luego de oír éstas palabras del mensajero, Edipo no sospechó más de su inocencia en el asesinato, pero también recordó que un día le hicieron llegar una noticia parecida a la que oyó Yocasta que consistía en que, en un tiempo Edipo iba a matar a su padre y se habría de casar con su madre para tener hijos con ella, por tal motivo recordó que se fue de su lugar de origen y en un camino se encontró con un grupo de personas que custodiaban un carruaje, uno de los conductores empujó al joven y éste mató a todos los que iban ahí, menos a uno que logró escapar. Con tales reminiscencias, el rey de Cadmo, pensaba en su inocencia y en su culpabilidad al mismo tiempo que también temía por todas las sanciones puestas al culpable por él mismo. 

Después de ésta noticia llegó uno de los criados de palacio el cual anteriormente había ayudado a Layo a deshacerse de aquel hijo que le iba a quitar la vida al rey. 
Éste criado, le dijo a Edipo que hace mucho tiempo de sus propias manos le hizo entrega a una persona de las afueras de Cadmo, un niño, el cual fue crecido en una familia buena, y eso era todo lo que sabía. 

Con todas éstas indagaciones a Edipo le llegaba a la cabeza la idea de que él era el asesino de su padre Layo y que se había casado con su madre Yocasta para tener hijos, inmediatamente de pensar y poner al descubierto al culpable, la buena madre y esposa de Edipo se suicidó debido a todos los problemas que tenía y todas las faltas y orgías que había cometido con sus propio hijo. 
Edipo lleno de culpa, se quitó la vista y mandó llamar a Creonte su cuñado, el cual iba a castigarlo y habría de ser testigo de las profecías cumplidas, dichas por el oráculo de Apolo.

Creonte fiel servidor de Cadmo, exilió a Edipo que antes de irse se despidió de sus hijas y pidió a su cuñado y tío que cuidara de sus tesoros más preciados, porque él desde donde estuviera no podría hacerlo; con esto automáticamente Creonte quedó como rey de Cadmo y Edipo se marchó.
 
Así fue como Edipo, en un tiempo rey de Cadmo, mató a su padre, se casó con su madre y tuvo hijos con ella sin saberlo y fue el más desdichado de los desdichados. 
edipo rey
COLEGIO DISTRITAL LA MERCED
ANÁLISIS EDIPO REY DE SÓFIOCLES
Analizar la obra "Edipo Rey"  para      comprender su importancia social y literaria

Consigna en tu cuaderno el siguiente cuestionario escribiendo pregunta respuesta en forma clara.

1.Consulta la  biografía  de Sófocles

2.Cuál es el tema central del texto? Explique.

3.¿Quién era Layo?

4. ¿Quién es Tiresías? Y cuál fue suprofecía?

5. Qué significa en griego la palabra Edipo? Explica.

6.. ¿Por qué Edipo huyo de Corinto?

7. ¿Qué  opinas de la actitud de Yocasta y Layo para evitar que se cumpliera el oráculo?

8. Qué otros temas están presentes en la obra?  Explica.

9. Qué significado tiene la expresión: Ya que  Edipo se da cuenta de que cuando tenía ojos “no podía ver”, que cuando creía saber “no sabía”. Explica.

10. Edipo se obsesiona  en la búsqueda de la verdad? Argumenta.

 11. Consulta características de la tragedia griega  e identifícalas en el texto.

12. Consulta y explica el “complejo de Edipo” de la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud.

13 Según el oráculo Edipo Rey  debe seguir  el destino impuesto por los dioses o logra  escapar de las predicciones?

14. Cuál fue la actitud de Yocasta al ver que Edipo indagaba sobre su origen?

15. Se puede decir que el texto plantea la búsqueda de identidad? Explica.

16. ¿Por qué Edipo desea su ceguera? ,¿Qué interpretación puede otorgarse a dicha ceguera? Argumenta.  

17.Consulta y explica en qué consiste el incesto y relaciónalo con la obra.

18.Qué antivalores encuentras en la obra? Explica

19. Qué situaciones del texto se pueden relacionar con hechos del mundo contemporáneo?Argumenta.  

20.Tomando como base la obra,  reflexiona y explica:¿Puede el dolor conducir a la sabiduría una nueva forma de nobleza?

21. ¿Por qué podemos seguir leyendo esta obra de la antigüedad clásica griega? ¿Qué mensajes nos entrega en los tiempos en que vivimos?


FELIZ FIN DE SEMANA.



lunes, 20 de marzo de 2017

TALLER LITERARIO Nº 3 ODISEA

COLEGIO DISTRITA MENORAH 
CONTROL LA ODISEA LA ISLA DE LOS CÓCLOPES DE HOMERO
Poema épico

Soy Odiseo Laertíada, tan conocido de los hombres por mis astucias de toda clase; y mi gloria llega hasta el cielo. Habito en Itaca que se ve a distancia: en ella está el monte Nérito, frondoso y espléndido, y en contorno hay muchas islas cercanas entre sí, como Duliquio, Same y la selvosa Zacinto. Itaca no se eleva mucho sobre el mar, está situada la más remota hacia el Occidente -las restantes, algo apartadas, se inclinan hacia el Oriente y el Mediodía- es áspera, pero buena criadora de mancebos, y yo no puedo hallar cosa alguna que sea más dulce que mi patria. Calipso, la divina entre las deidades, me detuvo allá, en huecas grutas, anhelando que fuese su esposo; y de la misma suerte la dolosa Circe de Eea me acogió anteriormente en su palacio, deseando también tomarme por marido; ni aquélla ni ésta consiguieron infundir convicción a mi ánimo. No hay cosa más dulce que la patria y los padres, aunque se habite en una casa opulenta, pero lejana, en país extraño, apartada de aquellos. Pero voy a contarte mi vuelta, llena de trabajos, la cual me ordenó Zeus desde que salí de Troya.

vv. 39 y ss.[editar]
Habiendo partido de Ilión, llevóme el viento al país de los cícones, a Ismaro: entré a saco la ciudad, maté a sus hombres y, tomando las mujeres y las abundantes riquezas, nos lo repartimos todo para que nadie se fuera sin su parte de botín. Exhorté a mi gente a que nos retiráramos con pie ligero, y los muy simples no se dejaron persuadir. Bebieron mucho vino y, mientras degollaban en la playa gran número de ovejas y de flexípedes bueyes de retorcidos cuernos, los cícones fueron a llamar a otros cícones vecinos suyos; los cuales eran más en número y más fuertes, habitaban el interior del país y sabían pelear a caballo con los hombres y aun a pie donde fuese preciso. Vinieron por la mañana tantos, cuantas son las hojas y flores que en la primavera nacen; y ya se nos presentó a nosotros, ¡oh infelices! el funesto destino que nos había ordenado Zeus a fin de que padeciéramos multitud de males. Formáronse nos presentaron batalla junto a las veloces naves, y nos heríamos recíprocamente con las broncíneas lanzas. Mientras duró la mañana y fuese aumentando la luz del sagrado día, pudimos resistir su arremetida, aunque eran en superior número. Mas luego, cuando el sol se encaminó al ocaso, los cícones derrotaron a los aqueos, poniéndolos en fuga. Perecieron seis compañeros, de hermosas grebas, de cada embarcación, y los restantes nos libramos de la muerte y del destino.

vv. 62 y ss.[editar]
Desde allí seguimos adelante con el corazón triste, escapando gustosos de la muerte aunque perdimos algunos compañeros. Mas no comenzaron a moverse los corvos bajeles hasta haber llamado tres veces a cada uno de los míseros compañeros que acabaron su vida en el llano, heridos por los cícones. Zeus, que amontona las nubes, suscitó contra los barcos el viento Bóreas y una tempestad deshecha cubrió de nubes la tierra y el ponto, y la noche cayó del cielo. Las naves iban de través, cabeceando, y el impetuoso viento rasgó las velas en tres o cuatro pedazos. Entonces las amainamos, pues temíamos nuestra perdición; y apresuradamente, a fuerza de remos, llevamos aquellas a tierra firme. Allí permanecimos constantemente echados dos días con sus noches, royéndonos el ánimo la fatiga y los pesares. Mas, al punto que Eos, de lindas trenzas, nos trajo el día tercero, izamos los mástiles, descogimos las blancas velas y nos sentamos en las naves, que eran conducidas por el viento y los pilotos. Y habría llegado incólume a la tierra patria, si la corriente de las olas y el Bóreas, que me desviaron al doblar el cabo de Malea no me hubieran obligado a vagar lejos de Citera.

vv. 82 y ss.[editar]
Desde allí dañosos vientos lleváronme nueve días por el ponto, abundante en peces, y al décimo arribamos a la tierra de los lotófagos, que se alimentan con un florido manjar. Saltamos en tierra, hicimos aguada, y pronto los compañeros empezaron a comer junto a las veleras naves.

vv. 87 y ss.[editar]
Y después que hubimos gustado los alimentos y la bebida, envié algunos compañeros -dos varones a quienes escogí e hice acompañar por un tercero que fue un heraldo- para que averiguaran cuáles hombres comían el pan en aquella tierra. Fuéronse pronto y juntáronse con los lotófagos, que no tramaron ciertamente la perdición de nuestros amigos; pero les dieron a comer loto, y cuantos probaron este fruto, dulce como la miel, ya no querían llevar noticias ni volverse; antes deseaban permanecer con los lotófagos, comiendo loto, sin acordarse de volver a la patria. Mas yo los llevé por fuerza a las cóncavas naves y, aunque lloraban, los arrastré e hice atar debajo de los bancos. Y mandé que los restantes fieles compañeros entrasen luego en las veloces embarcaciones: no fuera que alguno comiese loto y no pensara en la vuelta. Hiciéronlo en seguida y, sentándose por orden en los bancos, comenzaron a batir con los remos el espumoso mar.

vv. 105 y ss.[editar]
Desde allí continuamos la navegación con ánimo afligido, y llegamos a la tierra de los ciclopes soberbios y sin ley; quienes, confiados en los dioses inmortales, no plantan árboles, ni labran los campos, sino que todo les nace sin semilla y sin arada -trigo, cebada y vides, que producen vino de unos grandes racimos- y se lo hace crecer la lluvia enviada por Zeus.

vv. 112 y ss.[editar]
No tienen ágoras donde se reúnan para deliberar, ni leyes tampoco, sino que viven en las cumbres de los altos montes, dentro de excavadas cuevas; cada cual impera sobre sus hijos y mujeres y no se entrometen los unos con los otros.
vv. 116 y ss.[editar]
Delante del puerto, no muy cercana ni a gran distancia tampoco de la región de los ciclopes, hay una isleta poblada de bosque, con una infinidad de cabras monteses, pues no las ahuyenta el paso de hombre alguno ni van allá los cazadores, que se fatigan recorriendo las selvas en las cumbres de las montañas. No se ven en ella ni rebaños ni labradíos, sino que el terreno está siempre sin sembrar y sin arar, carece de hombres, y cría bastantes cabras. Pues los ciclopes no tienen naves de rojas proas, ni poseen artífices que se las construyan de muchos bancos -como las que transportan mercancías a distintas poblaciones en los frecuentes viajes que los hombres efectúan por mar, yendo los unos en busca de los otros-, los cuales hubieran podido hacer que fuese muy poblada aquella isla, que no es mala y daría a su tiempo frutos de toda especie, porque tiene junto al espumoso mar prados húmedos y tiernos y allí la vid jamás se perdiera. La parte inferior es llana y labradera; y podrían segarse en la estación oportuna mieses altísimas por ser el suelo muy pingüe. Posee la isla un cómodo puerto, donde no se requieren amarras, ni es preciso echar ancoras, ni atar cuerdas; pues, en aportando allí, se está a salvo cuanto se quiere, hasta que el ánimo de los marineros les incita a partir y el viento sopla.

vv. 140 y ss.[editar]
En lo alto del puerto mana una fuente de agua límpida, debajo de una cueva a cuyo alrededor han crecido álamos. Allá pues, nos llevaron las naves, y algún dios debió de guiarnos en aquella noche obscura en la que nada distinguíamos, pues la niebla era cerrada alrededor de los bajeles y la luna no brillaba en el cielo, que cubrían los nubarrones. Nadie vio con sus ojos la isla ni las ingentes olas que se quebraban en la tierra, hasta que las naves de muchos bancos hubieron abordado. Entonces amainamos todas las velas, saltamos a la orilla del mar y, entregándonos al sueño, aguardamos que amaneciera la divina Aurora.

vv. 152 y ss.[editar]
No bien se descubrió la hija de la mañana, Eos de rosáceos dedos, anduvimos por la isla muy admirados. En esto las ninfas, prole de Zeus que lleva la égida, levantaron montaraces cabras para que comieran mis compañeros. Al instante tomamos de los bajeles los corvos arcos y los venablos de larga punta, nos distribuimos en tres grupos, tiramos, y muy presto una deidad nos facilitó abundante caza. Doce eran las naves que me seguían y a cada una le correspondieron nueve cabras, apartándose diez para mí solo. Y ya todo el día hasta la puesta del sol, estuvimos sentados, comiendo carne en abundancia y bebiendo dulce vino; que el rojo licor aun no faltaba en las naves, pues habíamos hecho gran provisión de ánforas al tomar la sagrada ciudad de los cícones. Estando allí echábamos la vista a la tierra de los ciclopes, que se hallaban cerca, y divisábamos el humo y oíamos las voces que ellos daban, y los balidos de las ovejas y de las cabras. Cuando el sol se puso y sobrevino la obscuridad, nos acostamos en la orilla del mar.

vv. 170 y 171[editar]
Mas, así que se descubrió la hija de la mañana, Eos de rosáceos dedos, los llamé a junta y les dije estas razones:

vv. 172 y ss.[editar]
—Quedaos aquí sigler mis fieles amigos, y yo con mi nave y mis compañeros iré allá y procuraré averiguar qué hombres son aquéllos; si son violentos, salvajes e injustos, u hospitalarios y temerosos de las deidades.
vv. 177 y ss.[editar]
Cuando así hube hablado subí a la nave y ordené a los compañeros que me siguieran y desataran las amarras. Ellos se embarcaron al instante y, sentándose por orden en los bancos, comenzaron a batir con los remos el espumoso mar. Y tan luego como llegamos a dicha tierra, que estaba próxima, vimos en uno de los extremos y casi tocando al mar una excelsa gruta a la cual daban sombra algunos laureles, en ella reposaban muchos hatos de ovejas y de cabras, y en contorno había una alta cerca labrada con piedras profundamente hundidas, grandes pinos y encinas de elevada copa. Allí moraba un varón gigantesco, solitario, que entendía en apacentar rebaños lejos de los demás hombres, sin tratarse con nadie; y, apartado de todos, ocupaba su ánimo en cosas inicuas. Era un monstruo horrible y no se asemejaba a los hombres que viven de pan, sino a una selvosa cima que entre altos montes se presentase aislada de las demás cumbres.

vv. 193 y ss.[editar]
Entonces ordené a mis fieles compañeros que se quedasen a guardar la nave; escogí los doce mejores y juntos echamos a andar, con un pellejo de cabra lleno de negro y dulce vino que me había dado Marón, vástago de Evantes y sacerdote de Apolo, el dios tutelar de Ismaro; porque, respetándole, lo salvamos con su mujer e hijos que vivían en un espeso bosque consagrado a Febo Apolo. Hízome Marón ricos dones, pues me regaló siete talentos de oro bien labrado, una cratera de plata y doce ánforas de un vino dulce y puro, bebida de dioses, que no conocían sus siervos ni sus esclavas, sino tan sólo él, su esposa y una despensera. Cuando bebían este rojo licor, dulce como la miel, echaban una copa del mismo veinte de agua; y de la cratera salía un olor tan suave y divinal, que no sin pena se hubiese renunciado a saborearlo. De este vino llevaba un gran odre completamente lleno y además viandas en un zurrón; pues ya desde el primer instante se figuró mi ánimo generoso que se nos presentaría un hombre dotado de extraordinaria fuerza, salvaje, e ignorante de la justicia y de las leyes.

vv. 216 y ss.[editar]
Pronto llegamos a la gruta; mas no dimos con él, porque estaba apacentando las pingües ovejas. Entramos y nos pusimos a contemplar con admiración y una por una todas las cosas; había zarzos cargados de quesos; los establos rebosaban de corderos y cabritos, hallándose encerrado, separadamente los mayores, los medianos y los recentales; y goteaba el suero de todas las vasijas, tarros y barreños, de que se servía para ordeñar. Los compañeros empezaron a suplicarme que nos apoderásemos de algunos quesos y nos fuéramos, y que luego, sacando prestamente de los establos los cabritos y los corderos, y conduciéndolos a la velera nave, surcáramos de nuevo el salobre mar. Mas yo no me dejé persuadir -mucho mejor hubiera sido seguir su consejo- con el propósito de ver a aquél y probar si me ofrecería los dones de la hospitalidad. Pero su venida no había de serles grata a mis compañeros.

vv. 231 y ss.[editar]
Encendimos fuego, ofrecimos un sacrificio a los dioses, tomamos algunos quesos, comimos, y le aguardamos, sentados en la gruta, hasta que volvió con el ganado. Traía una gran carga de leña seca para preparar su comida y desgargola dentro de la cueva con tal estruendo que nosotros, llenos de temor, nos refugiamos apresuradamente en lo más hondo de la misma. Luego metió en el espacioso antro todas las pingües ovejas que tenía que ordeñar, dejando a la puerta, dentro del recinto de altas paredes, los carneros y los bucos. Después cerró la puerta con un pedrejón grande y pesado que llevó a pulso y que no hubiesen podido mover del suelo veintidós sólidos carros de cuatro ruedas. ¡Tan inmenso era el peñasco que colocó a la entrada! Sentóse enseguida, ordeñó las ovejas y las baladoras cabras, todo como debe hacerse, y a cada una le puso su hijito. A la hora, haciendo cuajar la mitad de la blanca leche, la amontonó en canastillos de mimbre, y vertió la restante en unos vasos para bebérsela y así le serviría de cena.

vv. 250 y 251[editar]
Acabadas con prontitud tales faenas, encendió fuego, y al vernos, nos hizo estas preguntas:

vv. 252, 253, 254 y 255[editar]
—¡Oh forasteros! ¿Quiénes sois? ¿De dónde llegasteis navegando por húmedos caminos? ¿Venís por algún negocio o andáis por el mar, a la ventura, como los piratas que divagan, exponiendo su vida y produciendo daño a los hombres de extrañas tierras?

vv. 256, 257 y 258[editar]
Así dijo. Nos quebraba el corazón el temor que nos produjo su voz grave y su aspecto monstruoso. Mas, con todo eso, le respondí de esta manera:

vv. 259 y ss.[editar]
—Somos aqueos a quienes extraviaron, al salir de Troya, vientos de toda clase, que nos llevan por el gran abismo del mar; deseosos de volver a nuestra patria llegamos aquí por otra ruta, por otros caminos, porque de tal suerte debió de ordenarlo Zeus. Nos preciamos de ser guerreros de Agamemnón Atrida, cuya gloria es inmensa debajo del cielo -¡tan grande ciudad ha destruido y a tantos hombres ha hecho perecer!-, y venimos a abrazar tus rodillas por si quisieras presentarnos los dones de la hospitalidad o hacernos algún otro regalo, como es costumbre entre los huéspedes. Respeta, pues, a los dioses, varón excelente; que nosotros somos ahora tus suplicantes. Y a suplicante y forasteros los venga Zeus hospitalario, el cual acompaña a los venerandos huéspedes.

vv. 272 y ss.[editar]
Así le hablé; y respondióme en seguida con ánimo cruel: —¡Oh forastero! Eres un simple o vienes de lejanas tierras cuando me exhortas a temer a los dioses y a guardarme de su cólera: que los ciclopes no se cuidan de Zeus, que lleva la égida, ni de los bienaventurados númenes, porque aun les ganan en ser poderosos; y yo no te perdonaría ni a ti ni a tus compañeros por temor a la enemistad de Zeus, si mi ánimo no me lo ordenase. Pero dime en qué sitio, al venir, dejaste la bien construida embarcación: si fue, por ventura, en lo más apartado de la playa o en un paraje cercano, a fin de que yo lo sepa.

vv. 281 y 282[editar]
Así dijo para tentarme. Pero su intención no me pasó inadvertida a mí que sé tanto, y de nuevo le hablé con engañosas palabras:

vv. 283, 284, 285 y 286[editar]
—Poseidón, que sacude la tierra, rompió mi nave llevándola a un promontorio y estrellándola contra las rocas en los confines de vuestra tierra, el viento que soplaba del ponto se la llevó y pudiera librarme, junto con éstos, de una muerte terrible.

vv. 287 y ss.[editar]
Así le dije. El cíclope, con ánimo cruel, no me dio respuesta; pero, levantándose de súbito, echó mano a los compañeros, agarró a dos y, cual si fuesen cachorrillos arrojólos a tierra con tamaña violencia que el encéfalo fluyó del suelo y mojó el piso. De contado despedazó los miembros, se aparejó una cena y se puso a comer como montaraz león, no dejando ni los intestinos, ni la carne, ni los medulosos huesos. Nosotros contemplábamos aquel horrible espectáculo con lágrimas en los ojos, alzando nuestras manos a Zeus; pues la desesperación se había señoreado de nuestro ánimo. El ciclope, tan luego como hubo llenado su enorme vientre, devorando carne humana y bebiendo encima leche sola, se acostó en la gruta tendiéndose en medio de las ovejas.

vv. 299 y ss.[editar]
Entonces formé en mi magnánimo corazón el propósito de acercarme a él y, sacando la aguda espada que colgaba de mi muslo, herirle el pecho donde las entrañas rodean el hígado, palpándolo previamente; mas otra consideración me contuvo. Habríamos, en efecto, perecido allí de espantosa muerte, a causa de no poder apartar con nuestras manos el grave pedrejón que el Ciclope colocó en la alta entrada. Y así, dando suspiros, aguardamos que apareciera la divina Aurora.

vv. 307 y ss.[editar]
Cuando se descubrió la hija de la mañana, Eos de rosáceos dedos, el Ciclope encendió fuego y ordeñó las gordas ovejas, todo como debe hacerse, y a cada una le puso su hijito. Acabadas con prontitud tales faenas, echó mano a otros dos de los míos, y con ellos se aparejó el almuerzo.

vv. 312, 313 y 314[editar]
En acabando de comer sacó de la cueva los pingües ganados, removiendo con facilidad el enorme pedrejón de la puerta; pero al instante lo volvió a colocar, del mismo modo que si a un caraj le pusiera su tapa.

vv. 315, 316 y 317[editar]
Mientras el Ciclope aguijaba con gran estrépito sus pingües rebaños hacia el monte, yo me quedé meditando siniestras trazas, por si de algún modo pudiese vengarme y Atenea me otorgara la victoria.

vv. 318 y ss.[editar]
Al fin parecióme que la mejor resolución sería la siguiente. Echada en el suelo del establo veíase una gran clava de olivo verde, que el Ciclope había cortado para llevarla cuando se secase. Nosotros, al contemplarla, la comparábamos con el mástil de un negro y ancho bajel de transporte que tiene veinte remos y atraviesa el dilatado abismo del mar: tan larga y tan gruesa se nos presentó a la vista. Acerquéme a ella y corté una estaca como de una braza, que di a los compañeros, mandándoles que la puliesen. No bien la dejaron lisa, agucé uno de sus cabos, la endurecí, pasándola por el ardiente fuego, y la oculté cuidadosamente debajo del abundante estiércol esparcido por la gruta. Ordené entonces que se eligieran por suerte los que, uniéndose conmigo deberían atreverse a levantar la estaca y clavarla en el ojo del Ciclope cuando el dulce sueño le rindiese. Cayóles la suerte a los cuatro que yo mismo hubiera escogido en tal ocasión, y me junté con ellos formando el quinto.

vv. 336 y ss.[editar]
Por la tarde volvió el Ciclope con el rebaño de hermoso vellón, que venía de pacer, e hizo entrar en la espaciosa gruta a todas las pingues reses, sin dejar a ninguna dentro del recinto; ya porque sospechase algo, ya porque algún dios se lo ordenara. Cerró la puerta con el pedrejón que llevó a pulso, sentóse, ordeñó las ovejas y las baladoras cabras, todo como debe hacerse, y a cada una le puso su hijito.

vv. 343, 344, 345 y 346[editar]
Acabadas con prontitud tales cosas, agarró a otros dos de mis amigos y con ellos se aparejó la cena. Entonces lleguéme al Ciclope, y teniendo en la mano una copa de negro vino, le hablé de esta manera:

vv. 347 y ss.[editar]
—Toma, Ciclope, bebe vino, ya que comiste carne humana, a fin de que sepas qué bebida se guardaba en nuestro buque. Te lo traía para ofrecer una libación en el caso de que te apiadases de mi y me enviaras a mi casa, pero tú te enfureces de intolerable modo. ¡Cruel! ¿Cómo vendrá en lo sucesivo ninguno de los muchos hombres que existen, si no te portas como debieras?

vv. 353 y 354[editar]
Así le dije. Tomó el vino y bebióselo. Y gustóle tanto el dulce licor que me pidió más:

vv. 355 y ss.[editar]
—Dame de buen grado más vino y hazme saber inmediatamente tu para que te ofrezca un don hospitalario con el cual huelgues. Pues también a los Ciclopes nombre la fértil tierra les produce vino en gruesos racimos, que crecen con la lluvia enviada por Zeus; mas esto se compone de ambrosía y néctar.

vv. 360, 361, 362 y 363[editar]
Así habló, y volví a servirle el negro vino: tres veces se lo presenté y tres veces bebió incautamente. Y cuando los vapores del vino envolvieron la mente del Ciclope, díjele con suaves palabras:

vv. 364, 365, 366 y 367[editar]
—¡Ciclope! Preguntas cual es mi nombre ilustre y voy a decírtelo pero dame el presente de hospitalidad que me has prometido. Mi nombre es Nadie; y Nadie me llaman mi madre, mi padre y mis compañeros todos.

vv. 368, 369 y 370[editar]
Así le hablé; y enseguida me respondió con ánimo cruel: —A Nadie me lo comeré al último, después de sus compañeros, y a todos los demás antes que a él: tal será el don hospitalario que te ofrezca.

vv. 371, 372, 373 y 374[editar]
Dijo, tiróse hacia atrás y cayó de espaldas. Así echado, dobló la gruesa cerviz y vencióle el sueño, que todo lo rinde: salíale de la garganta el vino con pedazos de carne humana, y eructaba por estar cargado de vino.

vv. 375 y ss.[editar]
Entonces metí la estaca debajo del abundante rescoldo, para calentarla, y animé con mis palabras a todos los compañeros: no fuera que alguno, poseído de miedo, se retirase. Mas cuando la estaca de olivo, con ser verde, estaba a punto de arder y relumbraba intensamente, fui y la saqué del fuego; rodeáronme mis compañeros, y una deidad nos infundió gran audacia. Ellos, tomando la estaca de olivo, hincáronla por la aguzada punta en el ojo del Ciclope; y yo, alzándome, hacíala girar por arriba. De la suerte que cuando un hombre taladra con el barreno el mástil de un navío, otros lo mueven por debajo con una correa, que hacen por ambas extremidades, y aquél da vueltas continuamente: así nosotros, haciendo la estaca de ígnea punta, la hacíamos girar en el ojo del Ciclope y la sangre brotaba alrededor del ardiente palo. Quemóle el ardoroso vapor párpados y cejas, en cuanto la pupila estaba ardiendo y sus raíces crepitaban por la acción del fuego. Así como el broncista, para dar el temple que es la fuerza del hierro, sumerge en agua fría una gran segur o un hacha que rechina grandemente, de igual manera rechinaba el ojo del Ciclope en torno de la estaca de olivo. Dió el Ciclope un fuerte y horrendo gemido, retumbó la roca, y nosotros, amedrentados, huimos prestamente; mas él se arrancó la estaca, toda manchada de sangre, arrojóla furioso lejos de sí y se puso a llamar con altos gritos a los Ciclopes que habitaban a su alrededor, dentro de cuevas, en los ventosos promontorios. En oyendo sus voces, acudieron muchos, quién por un lado y quién por otro, y parándose junto a la cueva, le preguntaron qué le angustiaba:
vv. 403, 404, 405 y 406[editar]
—¿Por qué tan enojado, oh Polifemo, gritas de semejante modo en la divina noche, despertándonos a todos? ¿Acaso algún hombre se lleva tus ovejas mal de tu grado? ¿O, por ventura, te matan con engaño o con fuerza?

vv. 407 y 408[editar]
Respondióles desde la cueva el robusto Polifemo: —¡Oh, amigos! "Nadie" me mata con engaño, no con fuerza.

vv. 409, 410, 411 y 412[editar]
Y ellos le contestaron con estas aladas palabras: —Pues si nadie te hace fuerza, ya que estás solo, no es posible evitar la enfermedad que envía el gran Zeus, pero, ruega a tu padre, el soberano Poseidón.

vv. 413 y ss.[editar]
Apenas acabaron de hablar, se fueron todos; y yo me reí en mi corazón de cómo mi nombre y mi excelente artificio les había engañado. El Ciclope, gimiendo por los grandes dolores que padecía, anduvo a tientas, quitó el peñasco de la puerta y se sentó a la entrada, tendiendo los brazos por si lograba echar mano a alguien que saliera con las ovejas; ¡tan mentecato esperaba que yo fuese!

vv. 420 y ss.[editar]
Mas yo meditaba cómo pudiera aquel lance acabar mejor y si hallaría algún arbitrio para librar de la muerte a mis compañeros y a mí mismo. Revolví toda clase de engaños y de artificios, como que se trataba de la vida y un gran mal era inminente, y al fin parecióme la mejor resolución la que voy a decir. Había unos carneros bien alimentados, hermosos, grandes, de espesa y obscura lana; y, sin desplegar los labios, los até de tres en tres, entrelazando mimbres de aquellos sobre los cuales dormía el monstruoso e injusto Ciclope: y así el del centro llevaba a un hombre y los otros dos iban a entre ambos lados para que salvaran a mis compañeros.

vv. 431 y ss.[editar]
Tres carneros llevaban por tanto, a cada varón; mas yo viendo que había otro carnero que sobresalía entre todas las reses, lo así por la espalda, me deslicé al vedijudo vientre y me quedé agarrado con ambas manos a la abundantísima lana, manteniéndome en esta postura con ánimo paciente. Así, profiriendo suspiros, aguardamos la aparición de la divina Aurora.

vv. 437 y ss.[editar]
Cuando se descubrió la hija de la mañana, Eos de rosáceos dedos, los machos salieron presurosos a pacer, y las hembras, como no se las había ordeñado, balaban en el corral con las tetas retesadas. Su amo, afligido por los dolores, palpaba el lomo a todas las reses que estaban de pie, y el simple no advirtió que mis compañeros iban atados a los pechos de los vedijudos animales. El último en tomar el camino de la puerta fue mi carnero, cargado de su lana y de mí mismo, que pensaba en muchas cosas. Y el robusto Polifemo lo palpó y así le dijo:

vv. 447 y ss.[editar]
—¡Carnero querido! ¿Por qué sales de la gruta el postrero del rebaño? Nunca te quedaste detrás de las ovejas, sino que, andando a buen paso pacías el primero las tiernas flores de la hierba, llegabas el primero a las corrientes de los ríos y eras quien primero deseaba volver al establo al caer de la tarde; mas ahora vienes, por el contrario, el último de todos. Sin duda echarás de menos el ojo de tu señor, a quien cegó un hombre malvado con sus perniciosos compañeros, perturbándole las mentes con el vino. Nadie, pero me figuro que aun no se ha librado de una terrible muerte. ¡Si tuvieras mis sentimientos y pudieses hablar, para indicarme dónde evita mi furor! Pronto su cerebro, molido a golpes, se esparciría acá y acullá por el suelo de la gruta, y mi corazón se aliviaría de los daños que me ha causado ese despreciable Nadie.

vv. 461 y ss.[editar]
Diciendo así, dejó el carnero y lo echó afuera. Cuando estuvimos algo apartados de la cueva y del corral, soltéme del carnero y desaté a los amigos. Al punto antecogimos aquellas gordas reses de gráciles piernas y, dando muchos rodeos, llegamos por fin a la nave.

vv. 466 y ss.[editar]
Nuestros compañeros se alegraron de vernos a nosotros, que nos habíamos librado de la muerte, y empezaron a gemir y a sollozar por los demás. Pero yo haciéndoles una señal con las cejas, les prohibí el llanto y les mandé que cargaran presto en la nave muchas de aquellas reses de hermoso vellón y volviéramos a surcar el agua salobre. Embarcáronse en seguida y, sentándose por orden en los bancos, tornaron a batir con los remos el espumoso mar.

vv. 473 y 474[editar]
Y, en estando tan lejos cuanto se deja oír un hombre que grita, hablé al Ciclope con estas mordaces palabras:

vv. 475 y ss.[editar]
—¡Ciclope! No debías emplear tu gran fuerza para comerte en la honda gruta a los amigos de un varón indefenso. Las consecuencias de tus malas acciones habían de alcanzarte, oh cruel, ya que no temiste devorar a tus huéspedes en tu misma morada; por eso Zeus y los demás dioses te han castigado.

vv. 480 y ss.[editar]
Así le dije; y él, airándose más en su corazón, arrancó la cumbre de una gran montaña, arrojóla delante de nuestra embarcación de azulada proa, y poco faltó para que no diese en la extremidad del gobernalle. Agitóse el mar por la caída del peñasco y las olas, al refluir desde el ponto, empujaron la nave hacia el continente y la llevaron a tierra firme. Pero yo, asiendo con ambas manos un larguísimo botador, echéla al mar y ordené a mis compañeros, haciéndoles con la cabeza silenciosa señal, que apretaran con los remos a fin de librarnos de aquel peligro. Encorváronse todos y empezaron a remar. Mas, al hallarnos dentro del mar, a una distancia doble de la de antes, hablé al Ciclope, a pesar de que mis compañeros me rodeaban y pretendían disuadirme con suaves palabras unos por un lado y otros por el opuesto:

vv. 494 y ss.[editar]
—¡Desgraciado! ¿Por qué quieres irritar a ese hombre feroz que con lo que tiró al ponto hizo volver la nave a tierra firme donde creíamos encontrar la muerte? Si oyera que alguien da voces o habla, nos aplastaría la cabeza y el maderamen del barco, arrojándonos áspero peñón. ¡Tan lejos llegan sus tiros!

vv. 500 y 501[editar]
Así se expresaban. Mas no lograron quebrantar la firmeza de mi corazón magnánimo; y, con el corazón irritado, le hablé otra vez con estas palabras:

vv. 502, 503, 504 y 505[editar]
—¡Cíclope! Si alguno de los mortales hombres te pregunta la causa de tu vergonzosa ceguera, dile que quien te privó del ojo fue Odiseo, el asolador de ciudades, hijo de Laertes, que tiene su casa en Itaca.

vv. 506 y ss.[editar]
Así dije: y él, dando un suspiro, respondió: —¡Oh dioses! Cumpliéronse los antiguos pronósticos. Hubo aquí un adivino excelente y grande, Telémaco Aurímida, el cual descollaba en el arte adivinatoria y llegó a la senectud profetizando entre los ciclopes; éste, pues, me vaticinó lo que hoy sucede: que sería privado de la vista por mano de Odiseo. Mas esperaba yo que llegase un varón de gran estatura, gallardo, de mucha fuerza; y es un hombre pequeño, despreciable y menguado quien me cegó el ojo, subyugándome con el vino. Pero, ea, vuelve, Odiseo, para que te ofrezca los dones de la hospitalidad y exhorte al ínclito dios que bate la tierra, a que te conduzca a la patria; que soy su hijo y él se gloria de ser mi padre. Y será él, si te place, quien me curará y no otro alguno de los bienaventurados dioses ni de los mortales hombres.

v. 522[editar]
Habló, pues, de esta suerte; y le contesté diciendo:

vv. 523, 524 y 525[editar]
—¡Así pudiera quitarte el alma y la vida, y enviarte a la morada de Hades, como ni el mismo dios que sacude la tierra te curará el ojo!

vv. 526 y 527[editar]
Así dije. Y el Ciclope oró en seguida al soberano Poseidón alzando las manos al estrellado cielo:

vv. 528 y ss.[editar]
—¡Oyeme, Poseidón que ciñes la tierra, dios de cerúlea cabellera! Si en verdad soy tuyo y tú te glorias de ser mi padre, concédeme que Odiseo, asolador de ciudades, hijo de Laertes, que tiene su casa en Itaca, no vuelva nunca a su palacio. Mas si le está destinado que ha de ver a los suyos y volver a su bien construida casa y a su patria, sea tarde y mal, en nave ajena, después de perder todos los compañeros, y se encuentre con nuevas cuitas en su morada!

vv. 536 y ss.[editar]
Así dijo rogando, y le oyó el dios de cerúlea cabellera. Acto seguido tomó el Ciclope un peñasco mucho mayor que el de antes, lo despidió, haciendo voltear con fuerza inmensa, arrojóse detrás de nuestro bajel de azulada proa, y poco faltó para que no diese en la extremidad del gobernalle. Agitóse el mar por la caída del peñasco, y las olas, empujando la embarcación hacia adelante, hiciéronla llegar a tierra firme.

vv. 543 y ss.[editar]
Así que arribamos a la isla donde estaban juntos los restantes navíos, de muchos bancos, y en su contorno los compañeros que nos aguardaban llorando, saltamos a la orilla del mar y sacamos la nave a la arena. Y, tomando de la cóncava embarcación las reses del Ciclope, nos las repartimos de modo que ninguno se quedara sin su parte. En esta partición que se hizo del ganado, mis compañeros, de hermosas grebas, asignáronme el carnero, además de lo que me correspondía; y yo lo sacrifiqué en la playa a Zeus Cronida, que amontona las nubes y sobre todos reina, quemando en su obsequio ambos muslos. Pero el dios, sin hacer caso del sacrificio, meditaba como podrían llegar a perderse todas mis naves de muchos bancos con los fieles compañeros.

vv. 556, 557, 558 y 559[editar]
Y ya todo el día, hasta la puesta del sol, estuvimos sentados, comiendo carne en abundancia y bebiendo dulce vino. Cuando el sol se puso y sobrevino la obscuridad, nos acostamos en la orilla del mar.

vv. 560 y ss.[editar]

Pero, apenas se descubrió la hija de la mañana, Eos de rosáceos dedos, ordené a mis compañeros que subieran a la nave y desataran las amarras. Embarcáronse prestamente y, sentándose por orden en los bancos, tornaron a batir con los remos el espumoso mar.

vv. 565 y ss.[editar]

Desde allí seguimos adelante, con el corazón triste, escapando gustosos de la muerte, aunque perdimos algunos compañeros.                                         

CUESTINARIO DE REFLEXIÓN 
  • RESUELVE EN TU CUADERNO CON PREGUNTA RESPUESTAS. ARGUMENTA CON CLARIDAD.  
1. Cuál es el tema central del texto?
2.       Cuál es el argumento del texto?
3.       Cuál es el objetivo central del texto?                                                     
4.       La narración genera en el lector sentimientos de: lástima, ternura, terror, asco y alegría. Explica cada uno de ellos.
5.        Cuál es la actitud de Odiseo y sus compañeros al llegar a la isla? Cuál es tú opinión?
6.      Consulta acerca de los cíclopes en la mitología griega
8.       Describe los sentimientos de Polifemo.
9.       Polifemo es poco inteligente? Argumenta.
10.   En qué tiempo y espacio se desarrolla la acción del texto? Argumenta.
11.    Por qué Ulises se caracteriza por ser astuto e inteligente? 
12.    Ulises cree en los dioses? Argumenta.
13.   Ulises cree en la justicia y el respeto por la vida humana? Explica
14.   Ulises es un buen amigo? Argumenta.
15.   Por qué el carnero donde iba Ulises salió de último?
16.   Por qué Ulises ordenó a sus hombres que suspendieran el llanto mediante una señal?
17.   Qué piensas del engaño de Odiseo hacia Polifemo? Explica
18.   Define la palabra antropófago.
19.   El texto representa una lucha entre la fuerza y la inteligencia? Explica.
20.   Cuál es tú opinión acerca del texto.