miércoles, 26 de septiembre de 2018

EL GATO NEGRO EDGAR ALLAN POE Nº 15

LEER EL CUENTO DE EDGAR ALLAN POE "EL GATO NEGRO" RESOLVER CUESTIONARIO EN EL CUADERNO Y SUSTENTAR PRIMERA O TERCERA SEMANA  DE OCTUBRE .
 El  libro al viento lo consigues en biblioteca o  puedes imprimir o  comprarlo en librerías económicas 


COLEGIO DISTRITAL MENORAH

El gato negro Edgar Allan Poe




No espero ni pido que alguien crea en el extraño aunque simple relato que me dispongo a escribir. Loco estaría si lo esperara, cuando mis sentidos rechazan su propia evidencia. Pero no estoy loco y sé muy bien que esto no es un sueño. Mañana voy a morir y quisiera aliviar hoy mi alma. Mi propósito inmediato consiste en poner de manifiesto, simple, sucintamente y sin comentarios, una serie de episodios domésticos. Las consecuencias de esos episodios me han aterrorizado, me han torturado y, por fin, me han destruido. Pero no intentaré explicarlos. Si para mí han sido horribles, para otros resultarán menos espantosos que barrocos. Más adelante, tal vez, aparecerá alguien cuya inteligencia reduzca mis fantasmas a lugares comunes; una inteligencia más serena, más lógica y mucho menos excitable que la mía, capaz de ver en las circunstancias que temerosamente describiré, una vulgar sucesión de causas y efectos naturales.
Desde la infancia me destaqué por la docilidad y bondad de mi carácter. La ternura que abrigaba mi corazón era tan grande que llegaba a convertirme en objeto de burla para mis compañeros. Me gustaban especialmente los animales, y mis padres me permitían tener una gran variedad. Pasaba a su lado la mayor parte del tiempo, y jamás me sentía más feliz que cuando les daba de comer y los acariciaba. Este rasgo de mi carácter creció conmigo y, cuando llegué a la virilidad, se convirtió en una de mis principales fuentes de placer. Aquellos que alguna vez han experimentado cariño hacia un perro fiel y sagaz no necesitan que me moleste en explicarles la naturaleza o la intensidad de la retribución que recibía. Hay algo en el generoso y abnegado amor de un animal que llega directamente al corazón de aquel que con frecuencia ha probado la falsa amistad y la frágil fidelidad del hombre.
Me casé joven y tuve la alegría de que mi esposa compartiera mis preferencias. Al observar mi gusto por los animales domésticos, no perdía oportunidad de procurarme los más agradables de entre ellos. Teníamos pájaros, peces de colores, un hermoso perro, conejos, un monito y un gato.
Este último era un animal de notable tamaño y hermosura, completamente negro y de una sagacidad asombrosa. Al referirse a su inteligencia, mi mujer, que en el fondo era no poco supersticiosa, aludía con frecuencia a la antigua creencia popular de que todos los gatos negros son brujas metamorfoseadas. No quiero decir que lo creyera seriamente, y sólo menciono la cosa porque acabo de recordarla.
Plutón -tal era el nombre del gato- se había convertido en mi favorito y mi camarada. Sólo yo le daba de comer y él me seguía por todas partes en casa. Me costaba mucho impedir que anduviera tras de mí en la calle.
Nuestra amistad duró así varios años, en el curso de los cuales (enrojezco al confesarlo) mi temperamento y mi carácter se alteraron radicalmente por culpa del demonio. Intemperancia. Día a día me fui volviendo más melancólico, irritable e indiferente hacia los sentimientos ajenos. Llegué, incluso, a hablar descomedidamente a mi mujer y terminé por infligirle violencias personales. Mis favoritos, claro está, sintieron igualmente el cambio de mi carácter. No sólo los descuidaba, sino que llegué a hacerles daño. Hacia Plutón, sin embargo, conservé suficiente consideración como para abstenerme de maltratarlo, cosa que hacía con los conejos, el mono y hasta el perro cuando, por casualidad o movidos por el afecto, se cruzaban en mi camino. Mi enfermedad, empero, se agravaba -pues, ¿qué enfermedad es comparable al alcohol?-, y finalmente el mismo Plutón, que ya estaba viejo y, por tanto, algo enojadizo, empezó a sufrir las consecuencias de mi mal humor.
Una noche en que volvía a casa completamente embriagado, después de una de mis correrías por la ciudad, me pareció que el gato evitaba mi presencia. Lo alcé en brazos, pero, asustado por mi violencia, me mordió ligeramente en la mano. Al punto se apoderó de mí una furia demoníaca y ya no supe lo que hacía. Fue como si la raíz de mi alma se separara de golpe de mi cuerpo; una maldad más que diabólica, alimentada por la ginebra, estremeció cada fibra de mi ser. Sacando del bolsillo del chaleco un cortaplumas, lo abrí mientras sujetaba al pobre animal por el pescuezo y, deliberadamente, le hice saltar un ojo. Enrojezco, me abraso, tiemblo mientras escribo tan condenable atrocidad.
Cuando la razón retornó con la mañana, cuando hube disipado en el sueño los vapores de la orgía nocturna, sentí que el horror se mezclaba con el remordimiento ante el crimen cometido; pero mi sentimiento era débil y ambiguo, no alcanzaba a interesar al alma. Una vez más me hundí en los excesos y muy pronto ahogué en vino los recuerdos de lo sucedido.
El gato, entretanto, mejoraba poco a poco. Cierto que la órbita donde faltaba el ojo presentaba un horrible aspecto, pero el animal no parecía sufrir ya. Se paseaba, como de costumbre, por la casa, aunque, como es de imaginar, huía aterrorizado al verme. Me quedaba aún bastante de mi antigua manera de ser para sentirme agraviado por la evidente antipatía de un animal que alguna vez me había querido tanto. Pero ese sentimiento no tardó en ceder paso a la irritación. Y entonces, para mi caída final e irrevocable, se presentó el espíritu de la perversidad. La filosofía no tiene en cuenta a este espíritu; y, sin embargo, tan seguro estoy de que mi alma existe como de que la perversidad es uno de los impulsos primordiales del corazón humano, una de las facultades primarias indivisibles, uno de esos sentimientos que dirigen el carácter del hombre. ¿Quién no se ha sorprendido a sí mismo cien veces en momentos en que cometía una acción tonta o malvada por la simple razón de que no debía cometerla? ¿No hay en nosotros una tendencia permanente, que enfrenta descaradamente al buen sentido, una tendencia a transgredir lo que constituye la Ley por el solo hecho de serlo? Este espíritu de perversidad se presentó, como he dicho, en mi caída final. Y el insondable anhelo que tenía mi alma de vejarse a sí misma, de violentar su propia naturaleza, de hacer mal por el mal mismo, me incitó a continuar y, finalmente, a consumar el suplicio que había infligido a la inocente bestia. Una mañana, obrando a sangre fría, le pasé un lazo por el pescuezo y lo ahorqué en la rama de un árbol; lo ahorqué mientras las lágrimas manaban de mis ojos y el más amargo remordimiento me apretaba el corazón; lo ahorqué porque recordaba que me había querido y porque estaba seguro de que no me había dado motivo para matarlo; lo ahorqué porque sabía que, al hacerlo, cometía un pecado, un pecado mortal que comprometería mi alma hasta llevarla -si ello fuera posible- más allá del alcance de la infinita misericordia del Dios más misericordioso y más terrible.
La noche de aquel mismo día en que cometí tan cruel acción me despertaron gritos de: “¡Incendio!” Las cortinas de mi cama eran una llama viva y toda la casa estaba ardiendo. Con gran dificultad pudimos escapar de la conflagración mi mujer, un sirviente y yo. Todo quedó destruido. Mis bienes terrenales se perdieron y desde ese momento tuve que resignarme a la desesperanza.
No incurriré en la debilidad de establecer una relación de causa y efecto entre el desastre y mi criminal acción. Pero estoy detallando una cadena de hechos y no quiero dejar ningún eslabón incompleto. Al día siguiente del incendio acudí a visitar las ruinas. Salvo una, las paredes se habían desplomado. La que quedaba en pie era un tabique divisorio de poco espesor, situado en el centro de la casa, y contra el cual se apoyaba antes la cabecera de mi lecho. El enlucido había quedado a salvo de la acción del fuego, cosa que atribuí a su reciente aplicación. Una densa muchedumbre habíase reunido frente a la pared y varias personas parecían examinar parte de la misma con gran atención y detalle. Las palabras “¡extraño!, ¡curioso!” y otras similares excitaron mi curiosidad. Al aproximarme vi que en la blanca superficie, grabada como un bajorrelieve, aparecía la imagen de un gigantesco gato. El contorno tenía una nitidez verdaderamente maravillosa. Había una soga alrededor del pescuezo del animal.
Al descubrir esta aparición -ya que no podía considerarla otra cosa- me sentí dominado por el asombro y el terror. Pero la reflexión vino luego en mi ayuda. Recordé que había ahorcado al gato en un jardín contiguo a la casa. Al producirse la alarma del incendio, la multitud había invadido inmediatamente el jardín: alguien debió de cortar la soga y tirar al gato en mi habitación por la ventana abierta. Sin duda, habían tratado de despertarme en esa forma. Probablemente la caída de las paredes comprimió a la víctima de mi crueldad contra el enlucido recién aplicado, cuya cal, junto con la acción de las llamas y el amoniaco del cadáver, produjo la imagen que acababa de ver.
Si bien en esta forma quedó satisfecha mi razón, ya que no mi conciencia, sobre el extraño episodio, lo ocurrido impresionó profundamente mi imaginación. Durante muchos meses no pude librarme del fantasma del gato, y en todo ese tiempo dominó mi espíritu un sentimiento informe que se parecía, sin serlo, al remordimiento. Llegué al punto de lamentar la pérdida del animal y buscar, en los viles antros que habitualmente frecuentaba, algún otro de la misma especie y apariencia que pudiera ocupar su lugar.
Una noche en que, borracho a medias, me hallaba en una taberna más que infame, reclamó mi atención algo negro posado sobre uno de los enormes toneles de ginebra que constituían el principal moblaje del lugar. Durante algunos minutos había estado mirando dicho tonel y me sorprendió no haber advertido antes la presencia de la mancha negra en lo alto. Me aproximé y la toqué con la mano. Era un gato negro muy grande, tan grande como Plutón y absolutamente igual a éste, salvo un detalle. Plutón no tenía el menor pelo blanco en el cuerpo, mientras este gato mostraba una vasta aunque indefinida mancha blanca que le cubría casi todo el pecho.
Al sentirse acariciado se enderezó prontamente, ronroneando con fuerza, se frotó contra mi mano y pareció encantado de mis atenciones. Acababa, pues, de encontrar el animal que precisamente andaba buscando. De inmediato, propuse su compra al tabernero, pero me contestó que el animal no era suyo y que jamás lo había visto antes ni sabía nada de él.
Continué acariciando al gato y, cuando me disponía a volver a casa, el animal pareció dispuesto a acompañarme. Le permití que lo hiciera, deteniéndome una y otra vez para inclinarme y acariciarlo. Cuando estuvo en casa, se acostumbró a ella de inmediato y se convirtió en el gran favorito de mi mujer.
Por mi parte, pronto sentí nacer en mí una antipatía hacia aquel animal. Era exactamente lo contrario de lo que había anticipado, pero -sin que pueda decir cómo ni por qué- su marcado cariño por mí me disgustaba y me fatigaba. Gradualmente, el sentimiento de disgusto y fatiga creció hasta alcanzar la amargura del odio. Evitaba encontrarme con el animal; un resto de vergüenza y el recuerdo de mi crueldad de antaño me vedaban maltratarlo. Durante algunas semanas me abstuve de pegarle o de hacerlo víctima de cualquier violencia; pero gradualmente -muy gradualmente- llegué a mirarlo con inexpresable odio y a huir en silencio de su detestable presencia, como si fuera una emanación de la peste.
Lo que, sin duda, contribuyó a aumentar mi odio fue descubrir, a la mañana siguiente de haberlo traído a casa, que aquel gato, igual que Plutón, era tuerto. Esta circunstancia fue precisamente la que lo hizo más grato a mi mujer, quien, como ya dije, poseía en alto grado esos sentimientos humanitarios que alguna vez habían sido mi rasgo distintivo y la fuente de mis placeres más simples y más puros.
El cariño del gato por mí parecía aumentar en el mismo grado que mi aversión. Seguía mis pasos con una pertinencia que me costaría hacer entender al lector. Dondequiera que me sentara venía a ovillarse bajo mi silla o saltaba a mis rodillas, prodigándome sus odiosas caricias. Si echaba a caminar, se metía entre mis pies, amenazando con hacerme caer, o bien clavaba sus largas y afiladas uñas en mis ropas, para poder trepar hasta mi pecho. En esos momentos, aunque ansiaba aniquilarlo de un solo golpe, me sentía paralizado por el recuerdo de mi primer crimen, pero sobre todo -quiero confesarlo ahora mismo- por un espantoso temor al animal.
Aquel temor no era precisamente miedo de un mal físico y, sin embargo, me sería imposible definirlo de otra manera. Me siento casi avergonzado de reconocer, sí, aún en esta celda de criminales me siento casi avergonzado de reconocer que el terror, el espanto que aquel animal me inspiraba, era intensificado por una de las más insensatas quimeras que sería dado concebir. Más de una vez mi mujer me había llamado la atención sobre la forma de la mancha blanca de la cual ya he hablado, y que constituía la única diferencia entre el extraño animal y el que yo había matado. El lector recordará que esta mancha, aunque grande, me había parecido al principio de forma indefinida; pero gradualmente, de manera tan imperceptible que mi razón luchó durante largo tiempo por rechazarla como fantástica, la mancha fue asumiendo un contorno de rigurosa precisión. Representaba ahora algo que me estremezco al nombrar, y por ello odiaba, temía y hubiera querido librarme del monstruo si hubiese sido capaz de atreverme; representaba, digo, la imagen de una cosa atroz, siniestra…, ¡la imagen del patíbulo! ¡Oh lúgubre y terrible máquina del horror y del crimen, de la agonía y de la muerte!
Me sentí entonces más miserable que todas las miserias humanas. ¡Pensar que una bestia, cuyo semejante había yo destruido desdeñosamente, una bestia era capaz de producir tan insoportable angustia en un hombre creado a imagen y semejanza de Dios! ¡Ay, ni de día ni de noche pude ya gozar de la bendición del reposo! De día, aquella criatura no me dejaba un instante solo; de noche, despertaba hora a hora de los más horrorosos sueños, para sentir el ardiente aliento de la cosa en mi rostro y su terrible peso -pesadilla encarnada de la que no me era posible desprenderme- apoyado eternamente sobre mi corazón.
Bajo el agobio de tormentos semejantes, sucumbió en mí lo poco que me quedaba de bueno. Sólo los malos pensamientos disfrutaban ya de mi intimidad; los más tenebrosos, los más perversos pensamientos. La melancolía habitual de mi humor creció hasta convertirse en aborrecimiento de todo lo que me rodeaba y de la entera humanidad; y mi pobre mujer, que de nada se quejaba, llegó a ser la habitual y paciente víctima de los repentinos y frecuentes arrebatos de ciega cólera a que me abandonaba.
Cierto día, para cumplir una tarea doméstica, me acompañó al sótano de la vieja casa donde nuestra pobreza nos obligaba a vivir. El gato me siguió mientras bajaba la empinada escalera y estuvo a punto de tirarme cabeza abajo, lo cual me exasperó hasta la locura. Alzando un hacha y olvidando en mi rabia los pueriles temores que hasta entonces habían detenido mi mano, descargué un golpe que hubiera matado instantáneamente al animal de haberlo alcanzado. Pero la mano de mi mujer detuvo su trayectoria. Entonces, llevado por su intervención a una rabia más que demoníaca, me zafé de su abrazo y le hundí el hacha en la cabeza. Sin un solo quejido, cayó muerta a mis pies.
Cumplido este espantoso asesinato, me entregué al punto y con toda sangre fría a la tarea de ocultar el cadáver. Sabía que era imposible sacarlo de casa, tanto de día como de noche, sin correr el riesgo de que algún vecino me observara. Diversos proyectos cruzaron mi mente. Por un momento pensé en descuartizar el cuerpo y quemar los pedazos. Luego se me ocurrió cavar una tumba en el piso del sótano. Pensé también si no convenía arrojar el cuerpo al pozo del patio o meterlo en un cajón, como si se tratara de una mercadería común, y llamar a un mozo de cordel para que lo retirara de casa. Pero, al fin, di con lo que me pareció el mejor expediente y decidí emparedar el cadáver en el sótano, tal como se dice que los monjes de la Edad Media emparedaban a sus víctimas.
El sótano se adaptaba bien a este propósito. Sus muros eran de material poco resistente y estaban recién revocados con un mortero ordinario, que la humedad de la atmósfera no había dejado endurecer. Además, en una de las paredes se veía la saliencia de una falsa chimenea, la cual había sido rellenada y tratada de manera semejante al resto del sótano. Sin lugar a dudas, sería muy fácil sacar los ladrillos en esa parte, introducir el cadáver y tapar el agujero como antes, de manera que ninguna mirada pudiese descubrir algo sospechoso.
No me equivocaba en mis cálculos. Fácilmente saqué los ladrillos con ayuda de una palanca y, luego de colocar cuidadosamente el cuerpo contra la pared interna, lo mantuve en esa posición mientras aplicaba de nuevo la mampostería en su forma original. Después de procurarme argamasa, arena y cerda, preparé un enlucido que no se distinguía del anterior y revoqué cuidadosamente el nuevo enladrillado. Concluida la tarea, me sentí seguro de que todo estaba bien. La pared no mostraba la menor señal de haber sido tocada. Había barrido hasta el menor fragmento de material suelto. Miré en torno, triunfante, y me dije: “Aquí, por lo menos, no he trabajado en vano”.
Mi paso siguiente consistió en buscar a la bestia causante de tanta desgracia, pues al final me había decidido a matarla. Si en aquel momento el gato hubiera surgido ante mí, su destino habría quedado sellado, pero, por lo visto, el astuto animal, alarmado por la violencia de mi primer acceso de cólera, se cuidaba de aparecer mientras no cambiara mi humor. Imposible describir o imaginar el profundo, el maravilloso alivio que la ausencia de la detestada criatura trajo a mi pecho. No se presentó aquella noche, y así, por primera vez desde su llegada a la casa, pude dormir profunda y tranquilamente; sí, pude dormir, aun con el peso del crimen sobre mi alma.
Pasaron el segundo y el tercer día y mi atormentador no volvía. Una vez más respiré como un hombre libre. ¡Aterrado, el monstruo había huido de casa para siempre! ¡Ya no volvería a contemplarlo! Gozaba de una suprema felicidad, y la culpa de mi negra acción me preocupaba muy poco. Se practicaron algunas averiguaciones, a las que no me costó mucho responder. Incluso hubo una perquisición en la casa; pero, naturalmente, no se descubrió nada. Mi tranquilidad futura me parecía asegurada.
Al cuarto día del asesinato, un grupo de policías se presentó inesperadamente y procedió a una nueva y rigurosa inspección. Convencido de que mi escondrijo era impenetrable, no sentí la más leve inquietud. Los oficiales me pidieron que los acompañara en su examen. No dejaron hueco ni rincón sin revisar. Al final, por tercera o cuarta vez, bajaron al sótano. Los seguí sin que me temblara un solo músculo. Mi corazón latía tranquilamente, como el de aquel que duerme en la inocencia. Me paseé de un lado al otro del sótano. Había cruzado los brazos sobre el pecho y andaba tranquilamente de aquí para allá. Los policías estaban completamente satisfechos y se disponían a marcharse. La alegría de mi corazón era demasiado grande para reprimirla. Ardía en deseos de decirles, por lo menos, una palabra como prueba de triunfo y confirmar doblemente mi inocencia.
-Caballeros -dije, por fin, cuando el grupo subía la escalera-, me alegro mucho de haber disipado sus sospechas. Les deseo felicidad y un poco más de cortesía. Dicho sea de paso, caballeros, esta casa está muy bien construida… (En mi frenético deseo de decir alguna cosa con naturalidad, casi no me daba cuenta de mis palabras). Repito que es una casa de excelente construcción. Estas paredes… ¿ya se marchan ustedes, caballeros?… tienen una gran solidez.
Y entonces, arrastrado por mis propias bravatas, golpeé fuertemente con el bastón que llevaba en la mano sobre la pared del enladrillado tras de la cual se hallaba el cadáver de la esposa de mi corazón.
¡Que Dios me proteja y me libre de las garras del archidemonio! Apenas había cesado el eco de mis golpes cuando una voz respondió desde dentro de la tumba. Un quejido, sordo y entrecortado al comienzo, semejante al sollozar de un niño, que luego creció rápidamente hasta convertirse en un largo, agudo y continuo alarido, anormal, como inhumano, un aullido, un clamor de lamentación, mitad de horror, mitad de triunfo, como sólo puede haber brotado en el infierno de la garganta de los condenados en su agonía y de los demonios exultantes en la condenación.

Hablar de lo que pensé en ese momento sería locura. Presa de vértigo, fui tambaleándome hasta la pared opuesta. Por un instante el grupo de hombres en la escalera quedó paralizado por el terror. Luego, una docena de robustos brazos atacaron la pared, que cayó de una pieza. El cadáver, ya muy corrompido y manchado de sangre coagulada, apareció de pie ante los ojos de los espectadores. Sobre su cabeza, con la roja boca abierta y el único ojo como de fuego, estaba agazapada la horrible bestia cuya astucia me había inducido al asesinato y cuya voz delatadora me entregaba al verdugo. ¡Había emparedado al monstruo en la tumba!





COLEGIO DISTRITAL MENORAH  

TALLER DE COMPRENSIÓN “EL GATO NEGRO “EDGAR ALLAN POE           GRADOS UNDÉCIMOS

1. CONSULTA DATOS BIOGRÁFICOS DEL .AUTOR Y RELACIÓNALOS CON EL TEXTO Y CONTEXTO.

2.  ¿CUÁL ES EL TEMA CENTRAL DEL TEXTO? ARGUMENTA CON CLARIDAD.




3. ENUMERA ALGUNOS CAMBIOS QUE EL PROTAGONISTA SUFRIÓ DURANTE TODO EL DESARROLLO DEL CUENTO.

4. ¿CÓMO MANIFIESTA EL PERSONAJE EL SENTIMIENTO DE ODIO? ARGUMENTA.

5.¿CUÁL ES TÚ OPINIÓN ACERCA COMPORTAMIENTO DEL PERSONAJE? EXPLICA CON CLARIDAD.

6. ¿CUÁNTOS GATOS HAY EN LA HISTORIA Y POR QUÉ? ARGUMENTA CON CLARIDAD.

7.¿CÓMO EXPLICAS EL HECHO DE QUE EL HOMBRE AME LOS ANIMALES Y LUEGO SIENTA ODIO HACIA ELLOS?  ARGUMENTA TU RESPUESTA.

9. ¿CÓMO MATÓ AL PRIMER GATO Y  CUÁLES FUERON LOS MOTIVOS? EXPLICA.

10. EN LA EXPRESIÓN “EL GATO ES MI FAVORITO Y MI CAMARADA QUE SIGNIFICADO DAS A LA PALABRA SUBRAYADA? ARGUMENTA.

 11.EL PERSONAJE CONSIDERA QUE EL GATO ES UN DEMONIO, EXPLICA ESTA AFIRMACIÓN.
12. ¿POR QUÉ CREES QUE EL PERSONAJE SE REFUGIA EN EL ALCOHOL? ARGUMENTA.









13.CONSULTA CAUSAS Y CONSECUENCIAS DEL ALCOHOLISMO Y RELACIÓNALOS CON EL PERSONAJE DE LA HISTORIA.






14.MANIFIESTA EL PERSONAJE  SENTIMIENTOS DE CULPA  Y ARREPENTIMIENTO? EXPLICA.

15 CÓMO AYUDARÍAS A UNA PERSONA ALCOHOLICA?

16..¿ADEMÁS DEL RESENTIMIENTO HACIA LOS ANIMALES  HACIA QUIÉN MAS SE MANIFIESTA ESTE SENTIMIENTO?

17.¿EN REALIDAD EL PERSONAJE QUERÍA MATAR A LA ESPOSA O AL GATO?  ARGUMENTA.

18. CONSULTA DE DONDE PROVIENE EL TÉRMINO VIOLENCIA Y EXPLICA CÓMO MANIFIESTA EL PERSONAJE ESTA ACCION.

19.¿POR QUÉ TERMINO ODIANDO AL SEGUNDO GATO Y  RELAMENTE SE DESHIZO DE ÉSTE?

20.CONSULTA  TEMA DE LA PERVERSIDAD Y CÓMO SE MANIFIESTA ESTA CONDUCTA  EN EL PERSONAJE? ARGUMENTA.  

21.¿CONSIDERAS QUE ESTE RELATO  PUEDE SUCEDER EN LA VIDA REAL? EXPLICA  Y EJEMPLIFICA.
PRESENTAR TALLER Y ARGUMENTACIÓN PRIMERA SEMANA DE OCTUBRE .   sohelego.



lunes, 3 de septiembre de 2018

LOSA MISERABLES VICTOR HUGO Nº 14

LEE EL TEXTO LOS MISERABLES Y RESPONDE EL CUESTIONARIO  PREGUNTA RESPUESTA  EN TU CUADERNO.


LOS MISERABLES

 Les Misérables es una de las novelas másconocidas del siglo XIX. Publicada en el año1862,esta obra
romántica fue escrita por el novelista francés Victor Hugo. La novela transcurre en Francia, en ambientes rurales y capitalinos. Narra las vidas y las relaciones de varios personajes durante un periodo de veinte años, a principios del siglo XIX, en los cuales transcurren las Guerras Napoleónicas .Principalmente se centra en los esfuerzos del protagonista, el ex-presidiario Jean Valjean, por redimirse, pero también analiza el impacto de las acciones de Valjean a través de reflexiones sobre la sociedad. La obra razona sobre la naturaleza del bien, el mal, la ley através de una historia que abarca y expone la Historia de Francia, la arquitectura deParís,la política, la ética,la justicia, la religión, la sociedad y las clases y la naturaleza del amor  romántico y familiar. Victor Hugo se inspiró en Eugène François Vidocq, delincuente que acabó siendo policía y creador de la Sûreté Nationale francesa, para la creación de los dos personajes principales de la novela.
 Los miserables Es muy conocida por sus numerosas adaptaciones para la pantalla y el teatro, de las cuales, la más famosa es elmusical para teatro del mismo nombre.
Se trata de unanovela que permite al lector acercarse a la historia de la Franciacontemporánea a Victor Hugo, incluyendo directa o indirectamente varias partes de ésta, como la Revolución francesa de 1789 el imperio Napoleónico, la Restauración con Luis XVIIIy Carlos Xy la Revolución de Julio que transfirió el poder a Luis Felipe de Orleans. Cabe destacar igualmente su análisis de instrumentos, acontecimientos y estereotipos de los sucesos históricos mencionados, así como de antiguos dirigentes de la Convención, los emigrados e incluso de la guillotina. Víctor Hugo mantuvo a lo largo de toda su vida, también en Los miserables ,una firme oposición a la pena de muerte y la obra es considerada como una defensa de los oprimidos en cualquier tiempo y lugar.
Resumen detallado de la obra
Volumen I: Fantine Los miserables es un libro que comienza hablando de un obispo (todo situado en 1815) que era muy generoso y bueno y que antes de preocuparse por él se preocupaba por ayudar a los pobres y a todas aquellas personas que estaban en peores situaciones; este obispo, vivía con su hermana (una solterona) y con su sirvienta, en el que antes era un hospital. Describe como era su vida de santidad totalmente apegada a sus creencias religiosas, un hombre modelo para toda la sociedad que varias veces pensando en los demás pasó por serios apuros económicos, todo eso se describe en la primera parte del libro llamada Myrel.
Volumen II: Cosette
En la segunda parte, aparece toda una descripción de Jean Valjean, que es un hombre que quería ser bueno, pero es condenado a la prisión por haber robado un pedazo de pan para sus sobrinos que no habían comido en varios días, y por el simple hecho de haber intentado escapar varias veces, su condena se estaba haciendo cada vez más larga. Sale 20 añosdespués, pero el hecho de haber estado tanto tiempo en la cárcel, ha cambiado su personalidad y se ha vuelto un hombre frío, al salir de la cárcel, pide refugio en la casa del obispo (que ya es arzobispo) y estando ahí, ve las cosas de plata que este tiene en su muy humilde morada y trata de robárselas; la sirvienta, lo descubre y corre a contarle al arzobispo lo que vio, este siendo un hombre tan bueno regaña a su sirvienta, y a Valjean le regala sus cosas de plata y le ayuda a no volver a pisar la cárcel, lo cual causa cierta confusión en Valjean porque no se explica como es que tratando de haberle hecho un mal
Al arzobispo, este aun así se preocupa por él y le ayuda.
Volumen III: Marius y Volumen IV: Saint-Denis
En la tercera y cuarta parte, cuenta la historia de Fantine, que es una muchacha que está muy enamorada, pero así de repente, su novio la abandona y es cuando ella se da cuenta que está embarazada, muy triste y desconsolada por su reciente abandono, decide educar de la mejor forma posible a su hija, a la que llama Cossette, cuando se da cuenta la madre que no puede seguir manteniendo a su hija ella sola, le pide a una familia (los Thénardier) que se hagan cargo de ella, pero estos maltrataban mucho a la niña y le exigían mucho dinero a su madre para cuidarla, incluso a Cossette la llegan a tratar como su sirvienta.

Volumen V: Jean Valjean
En la quinta parte, nos habla de un hombre que de repente esta ganando mucho dinero, su nombre, Monsieur Madeleine; este hombre es Jean Valjean quien ha tenido un cambio muy importante en su vida y quien ha estado haciendo negocios e invirtiendo y éste recoge a Fantine y ella se vuelve su criada. Aquí hay un hombre (Javert) que cree conocer a Monsieur Madeleine, él reconoce que es Jean Valjean pero no tiene como comprobarlo, entonces arregla un juicio en el que Valjean como ve que no tiene de otra y para de una vez arreglar todo, confiesa su verdadera identidad ante toda la asamblea, por cierto...muere la mamá de Cossette esperando tener  junto a ella nuevamente a su hija .En esta parte del libro, nos comienza describiendo la batalla de Waterloo, donde nosmenciona nuevos personajes como le Barón Pontmerçy y Thénardier. Ahora, el expresidiario Jean Valjean, hace creer a todos que muere ahogado, al aventarse al mar con grilletes y cadenas (aunque estas no estaban amarradas) pero tiene su fortuna enterrada cerca de casa de los Thénardier, donde se topa con Cossette cuando era aun una niña, y decide llevársela para protegerla de sus “cuidadores” y lo pongo entre comillas por que solo explotaban a la pobre niña; ya él teniendo a la niña consigo, se preocupa por ella y la adopta como hija, y viven en los barrios más pobres en Paris, pero entre ellos se crea un lazo fraternal y cada vez se quieren más; un día son reconocidos y llevados a un convento, ya ahí en el convento, se la pasa describiendo con lujo de detalles como vestían, su shorarios y cuales eran sus actividades diarias, en fin toda una descripción que nos muestra el porqué este libro romántico tiene sus toques realistas.Ahora, nos vuelven a meter a más personajes, comenzando por Gavroche, él es unmuchacho digno de ejemplo, ya que ha pasado por tantas situaciones como hambre, pobreza, pero es tan gentil, generoso y con ideas revolucionarias, es hijo de los Thénardier, abandonado por cierto.
 Luego sale M.Guillenormand que es un señor de 90 años que casó a su hija con un coronel que muere en la batalla de Waterloo dejando con ella a un hijo llamado Mario; Mario tiene una visión totalmente diferente a la que su abuelo le ha pintado, y es por eso que se pone en contacto con grupos revolucionarios. Fuente(s): Después de andar dando vueltas, se viene a enterar que su padre no está muerto, si no que está viviendo en Normandia y que prefirió renunciar a verlo, para que éste no perdiera una herencia; ya cuando se puede encontrar con su padre, es demasiado tarde, el está en su lecho y muere pidiéndole a su hijo que se mantenga fuerte en sus convicciones y que no renuncie a lo que él quiera. Volviendo con Jean Valjean, se va del convento porque Cossette no quería ser monja, y es por esto que rentan una pequeña casa; un día Mario ve a Cossette con el que cree que es su padre, y se enamora perdidamente de ella, ella como buena señorita, se intimida.Y en esta parte, hay varios acontecimientos que me cuesta comprender, me vengoenterando que hay una fuga en la mansión de los Thénardier, Mario va con su abuelo para pedirle permiso de pedir a Cossette en matrimonio y el abuelo, todo cruel, se burla de él yle propone la tome como amante; también por alguna razón me vengo a enterar queCossette desaparece, la verdad es que no acabo de comprender esa parte...por como el libroes de detallista, todos estos acontecimientos van muy rápido.En esta parte, Víctor Hugo nos describe con lujo de detalles como es que el pueblo selevanta contra el General Lamarque y como todos luchan por la revolución, aquí si misrespetos para Víctor Hugo que hasta libro de historia parecía con tanto detalle. Ahora se describe la muerte de Valjean, donde éste rescata a Mario de unas graves heridas y lo lleva a casa de su abuelo, el abuelo se entristece mucho de ver a su nieto en tales condiciones, pero deciden darle su apoyo para curarlo y que se recupere pronto, Valjean le perdona la vida a Javert y este le confiesa que lo ha estado persiguiendo y que no le fue sincero y fiel cuando lo prometió, Valjean le perdona todo, Valjean no quiere que Mario siga visitando a Cossette (aun cuando ya le había dicho quien era el realmente y que no era su verdadero padre) y deciden que las visitas serán mas esporádicas hasta que ya no se hagan ninguna visita.
Análisis detallado
Relación del texto con su contexto histórico
La restauración monárquica entre 1815 y 1848, con las revoluciones de 1830 y 1848 que contagiaron a toda Europa. El Segundo Imperio de Luis Napoleón III, sobrino del anterior Bonaparte, con quien se acentuó el proceso de industrialización y colonización. Y el establecimiento de la Tercera República en las últimas décadas del siglo.

Contexto de la obra
En la 2ª mitad del siglo XIX la sociedad no cambia sustancialmente. Sin embargo seaprecia una nueva actitud del autor que afronta la realidad en lugar de huir de ella. Larealidad es retratada tal como aparece y a través de la novela se intenta criticar la sociedaddesde dentro. Este paso del romanticismo al realismo también se refleja en la literatura de lasociedad burguesa. No es de olvidar que en la base del Romanticismo se protestaba contrael mundo burgués. En el realismo se mantienen y desarrollan ciertos aspectos delRomanticismo como el interés por la naturaleza y el interés por lo regional y lo local, lo costumbrista. Sin embargo, se eliminan y depuran a su vez otros elementos. Se le ponefreno a la imaginación y todo lo fantástico se rechaza. Los personajes ya no son tana apasionados y se abandona la evocación a un tiempo pasado, legendario.Esta época posterior al Romanticismo se caracteriza por profundas transformacionessociales: éxodo rural a las ciudades, gran crecimiento demográfico, una burguesía cada vez más conservadora. Es la época de la Revolución industrial en Inglaterra y algo después en otros países europeos, una época en la que se da un progreso técnico con nuevos inventos y un desarrollo de la industria y el comercio nunca visto hasta ese momento.
Tema
La siguiente obra muestra un excelente estudio de la sociedad en esa época; así como de las pasiones, caracteres y actos, que en la misma tienen lugar. Además nos muestran la pobreza en el siglo XIX y el valor del perdón, conjuntamente con que el rectificarse trae un bienestar y una paz al alma.
Contexto histórico
Para ese entonces , menciona la batalla de Waterloo, la cual se desarrolló del 15 y 18 de junio de 1815, nos habla de la pobreza extrema que les toco vivir a todos los que estaban ensus alrededores, y que el hecho de trabajar juntos unió pensamientos y permitió que aflorannuevas y mejores ideas. En este encontramos los acontecimientos de su época como la Revolución francesa de1789, el imperio Napoleónico, la Restauración con Luis XVIII y Carlos X y la revoluciónde Julio que transfirió el poder a Luis Felipe de Orleans.Se encuentra en una sociedad conservadora (muy arraigada a sus culturas y que no quiereadmitir ningún cambio a su forma de vida), clasista y muy machista. (Los hombres son rudos y machistas y las mujeres delicadas, esforzadas y seguían órdenes de los hombres).lo cual origino pobreza a gran parte de la población (económicamente), descontento con la burguesía (políticamente) Por lo que se puede observar, la parte realmente importante de la obra, es la gente, el pueblo, que tienen sus bajos momentos, pero también sus momentos de gloria.


 "LOS MISERABLES" DE VICTOR HUGO


El relato de Los Miserables comienza cuando Juan Valjean es condenado a prisión por un pequeño hurto. Cuando logra huir, la cárcel lo ha convertido en un ser embrutecido y marginado por la sociedad.


Pero la aparición de un buen hombre le hará comprender que puede elegir entre el bien y el mal. Desde ese momento sus actos serán desinteresados y estarán encaminados a ayudar a los demás
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En Los Miserables Víctor Hugo describe la realidad desesperanzada de los sectores bajos del París de mediados de siglo XIX y retrata magistralmente una época plagada de revueltas y cambios que marcarán el principio de una sociedad más justa.


TALLER DE COMPRENSIÓN LECTORA:
Resolver en el cuaderno con pregunta-respuesta
1.      Consulta datos bibliográficos del autor
2.     ¿Cuál  es el contexto histórico que presenta la obra?  Explica
3.     ¿Cuál es el tema principal de la novela?
4.     ¿Se puede considerar el tema tratado en la obra como romántico? Argumenta
5.     ¿Cuál es el motivo que llevó al autor a escribir la obra? Explica
6.     Haz un breve resumen del argumento en sus tres momentos
7.      Cuáles otros temas importantes se plantean en el texto? Explica
8.     Cuál personaje  te llamó la atención, descríbelo.
9.     ¿Qué valores se encuentran en la novela?
10.  ¿Qué anti-valores se pueden puntualizar?
11.  ¿Cuál es la intención del autor?
12.  Explica la siguiente proposición: la verdadera culpable de los cambios en el alma de las personas es la sociedad, que genera odio y miseria moral.
13.  ¿Cuáles son los principales hechos que se presentan en el desarrollo de la acción?
14.  ¿Se puede relacionar los hechos narrados con la vida real? Argumenta tu respuesta.



15.  ¿Cuál es tu apreciación valorativa de la novela?